El amor diferente en un abrazo...
Alec
Solía ser bastante perezoso para levantarme antes de convertirme en el presidente de la compañía. Estaba acostumbrado a otro tipo de vida. Mi vida era la aviación. Mi padre nunca limitó mis decisiones a lo que él deseara, a pesar de que sabía que le hubiera encantado que mi primera opción fuera trabajar en la compañía. Entonces no sabía que en algún momento terminaría entre documentos de oficina y eventos sociales que siempre odié.
Probablemente no habría pisado esa oficina en mucho tiempo de estar vivos Josh y mi padre. Nunca se me pasó por la mente dedicarme a la empresa. Si bien era un lugar donde pasé gran parte de mi vida y que siempre me agradó porque tenía muchos lugares donde correr a esconderme de mi padre por el mero hecho de molestarlo —fui un niño algo rebelde— nunca me apeteció trabajar ahí.
Ese nunca fue mi sueño.
Pensándolo bien, los cambios inesperados en mi vida me habían llevado a ese punto en mi vida. Conocer a Maia, esperar un hijo con ella y tenerla justo frente a mí riendo plácidamente con Max mientras le limpiaba la boca embarrada de miel.
Era una mañana increíble.
Mi humor era mucho mejor desde una semana atrás. Me levantaba mucho más temprano de lo usual e iba a verla porque ella sí parecía un perezoso —cuando no tenía náuseas—, Max también lo hacía así que de pronto se ha convertido en una rutina bajar juntos los cuatro a desayunar.
Preparaba esos ricos waffles cada mañana y era sorprendente cómo sabían mucho mejor que cuando lo preparaba mi tía o Martha —era mejor que no me oyeran—. Las tres se habían complementado muy bien. Pero cómo no podía gustarles. Maia era luz.
—...pá... papá —apenas me daba cuenta de la voz de Max. Desvié la mirada en su dirección. Mi tía aguantó la risa en cuanto lo notó. Mejor me hacía el desentendido—. ¿Sabías que Maia juega fútbol? Ella y su amigo Jacob iban a campeonatos en Selcouth —me contó con alegría.
—¿En serio?
Maia asintió. Eso no lo sabía. Mencionó a su amigo, pero nunca mencionó que era una gran futbolista e iba a campeonatos en su pueblo.
—La escuela a la que asistíamos realizaba pequeños campeonatos en el pueblo y los contiguos. Solíamos unirnos a un par de amigos —cuenta—. Fue muy divertido. Aunque después de que se mudara no volví a ir a ninguno.
—¿Tu amigo se mudó? —mi hijo frunció el ceño.
Maia asintió con calma. Me gustaba como trataba a Max.
—Los padres de mi amigo están en el cielo. Una nueva familia adoptó a mi amigo para cuidarlo —ella acarició su cabello.
El rostro de Max se ensombreció levemente. Él sabía que tampoco tenía mamá ni papá. Se lo contamos un año atrás. Sabía que yo no era su papá biológico, pero lo amaba como si lo fuera. Sin embargo, a él le habría gustado conocerlos además de verlos en fotografías.
—Mis padres también están en el cielo —le respondió—. Pero papá Alec me cuida y Mica, y Martha y Emi y Evan. ¡Y la tía Nadia siempre me regala dulces! —sonrió alegre. Esa mujer nunca me agradó y si por mí era nunca la dejaría acercarse a Max, pero no podía hacer nada cuando a él le gustaba. De todas formas, no confiaba en ella, posiblemente nunca lo hiciera—. Entonces...Tu amigo es como galleta.
Maia soltó una carcajada ante el comentario de mi hijo y asintió repetidas veces.
—Fácilmente se podría confundir con un cachorro —la manera en que hablaba de Jacob lograba que sintiera un poco de celos. De esos que se sienten como una punzada en el estómago. Al mismo tiempo, sabía que no debía sentirlos. Era la mamá de mi hijo, no mi novia. E incluso si lo fuera no tenía por qué, era su mujer amigo.
ESTÁS LEYENDO
Guía del Cielo(Finalizada✅)
Storie d'amoreMaia y Alec son un par de desconocidos que se cruzan por casualidad. La atracción entre ellos es inevitable, como si se conocieran de toda la vida empiezan algo que, aunque no tiene un nombre específico, se va volviendo cada día más intenso. Sin em...