Un te amo también es una despedida...
Alec
Rudeza.
La madre de Maia me miraba con rudeza fija desde su posición en uno de los sofás del salón. Lo peor de todo era que sabía que la había jodido. Es decir, nadie quiere empezar una relación directamente teniendo un bebé. No se supone que es así como conoces a los padres de la chica que te gusta. Era...poco convencional.
Pero aunque no estuvo planeado. No era algo especialmente malo, al contrario, un hijo más era felicidad doble. Sin embargo, las costumbres y principios de su familia eran probablemente muy parecidas a las que Mica siempre intentó que lleváramos presentes.
Y lo hice. Siempre fui muy cauteloso y estuve muy ocupado como para conocer chicas después de Daniela —ella y yo sabíamos que no queríamos niños durante nuestra relación— así que al conocer a Maia yo no esperaba que algo así fuera a ocurrir.
Culpo al alcohol y a mi deseo de tenerla conmigo esa noche. Estaba tan caliente que olvidé por completo el condón.
—¿Cómo estuvo el viaje? —preguntó mi tía tras darle un trago al té que preparó Martha.
—Lo fue, gracias —el padre de Maia le ofreció una sonrisa amable a mi tía.
—Los asientos comerciales no son la gran cosa y hubo algunas turbulencias —su madre parecía resaltar lo peor de las situaciones.
—Madre... —la ojiazul miró a su progenitora con gesto de advertencia.
—Deben haber estado muy preocupados —mencionó mi tía.
—Por supuesto. Es nuestra hija pequeña. Además, quería ver por mí misma que cumpliste con lo que nos prometiste —me miró directamente—. Me disculpo, pero no importa el estatus ni el dinero. Sino la palabra. Y no puedo confiar ciegamente en que mi hija estará bien cuando ni siquiera conocía a su sobrino y sin embargo, ella ya está embarazada.
—Mamá, por favor...
—Silencio, Maia —la chica mordió los labios entre sí y me ofreció una mirada de disculpa.
Le sonreí levemente para que se tranquilizara. No era su culpa. Y de cierta forma entendía a su madre. Si yo tuviera una hija, no me gustaría enterarme que está embarazada de un completo extraño al que no he visto en mi vida.
De solo pensar en el hipotético caso, me daban ganas de estrangular al inexistente descarado.
—Entiendo su preocupación. Le aseguro que estaba tan sorprendida y enfadada como usted al inicio. En esta familia nunca antes ocurrió algo parecido. Pero soy consciente de cómo he educado a Alec. Él siempre se hace responsable de sus actos y decisiones. Alec nunca dejaría a Maia sola en esto.
—Eso me deja un poco más tranquila, Micaela —la mujer asintió—. Mi hija mayor ya es una mujer casada. Organicé yo misma una boda que la hiciera feliz junto al hombre que escogió. Como puedes ver esperaba hacer lo mismo con Maia. Lo cierto, es que fue un poco decepcionante —Maia miró hacia un costado. Parecía que de cierta forma el tema aún le dolía. Aún si no me lo dijo podía asegurar que esa discusión que oí aquel día fue por el embarazo. Ojalá no lo hubiera afrontado sola—. Pero mi esposo tiene razón en lo que dice. Somos padres para apoyar a nuestros hijos, no para juzgarlos.
Maia miró a su padre sonriente. Había notado que tenía una conexión especial con él. Parecían confiar mucho el uno en el otro. Se amaban.
—Papá... —un Max embarrado de lodo todo el rostro ingresó a la sala—, galleta se ha portado mal hoy —tenía un puchero en los labios.
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Guía del Cielo(Finalizada✅)
RomanceMaia y Alec son un par de desconocidos que se cruzan por casualidad. La atracción entre ellos es inevitable, como si se conocieran de toda la vida empiezan algo que, aunque no tiene un nombre específico, se va volviendo cada día más intenso. Sin em...