Cápitulo 54||De Italia para Japón

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Contigo descubrí que la felicidad existe...

Quería matar a Alec. El muy desgraciado me había engañado, la puerta estaba trabada, nadie podía entrar. Su sonrisa ladina me daba ganas de sacudirlo. Se inclinó para dejar un beso en mi labios y luego se levantó a medida que me pasaba mi ropa.

—Eres un...

—Ardiente esposo —sonrió ayudándome a colocarme la chompa—. Ahora será mejor que respondas antes de que sospechen.

—Me las vas a pagar.

—Hasta eso suena tentador de tus labios —me dio un guiño.

—Maia. ¿Estás ahí?

—Métete en el baño, ahora —lo empujé. Pero en cambio, Alec me dio otro beso en los labios antes de hacer lo que le pedí entre sonrisas. Hombre horrible.

Me miré en la pantalla de mi teléfono. Alboroté un poco más mi cabello, respiré hondo y puse mi mejor cara de sueño. Me levanté a pasos perezosos y abrí la puerta fingiendo un bostezo.

—Lo siento, linda. Te he despertado.

Negué con la cabeza en dirección a la tía Mica quien llevaba una pequeña sonrisa en sus labios cubiertos por bálsamo rojizo.

—Apenas me estaba durmiendo.

—¿Podemos hablar un momento?

—Claro.

—Ven. Vamos al estudio, hija.

Asentí a medida que salía de la habitación por completo y comenzaba a caminar junto a ella a través del pasillo dejando atrás las pinturas sobre el tapiz de las paredes.

—Tú y Alec están juntos.

La sorpresa detuvo mi mirada repasando el espacio a nuestro alrededor. La miré por un momento deteniéndome en las facciones de su rostro parecidas a las de Alec. Entreabrí los labios levemente, pero entre parpadeos los volví a cerrar.

—Eso... —carraspeé por un segundo—. Eso creo.

—Lo amas.

Pasé la lengua sobre mis labios y tras un suspiro, asentí. De verdad sentía que lo amaba, no entendía cómo o cuándo. Simplemente lo amaba. Con él todo parecía correcto.

—No sé desde... —murmuré quedándome atrapada en mi propio descubrimiento, casi sentía que el corazón temblaba ante el pensamiento.

—Así es el amor, querida. No sabes cuándo o cómo, solo llega y se queda para no volver a irse a menos que no le des el cuidado y el valor adecuado —me dijo ella—. La razón por la que interrumpí lo que tú y Alec estuvieran haciendo ahí dentro, sospecho que nada apto para público joven —mis ojos volvieron a abrirse un poco más y sentí explotar chispas en mi rostro de la pena—. A que soy bruja —emitió una risilla divertid.

»Lo que intento decir es que, los apoyo. Alec es la razón por la que no morí cuando mi hijo falleció. Y Max, Max es todo para nosotros. Solo quiero que sean felices, juntos. No es porque sea como su mamá, pero Alec es un chico demasiado increíble para ser real. Tiene miedos aún y probablemente siempre los tenga, pero desde que llegaste a su vida él ha sonreído con más luz.

—Yo también, Mica. Desde que Alec entró en mi vida he vuelto a creer que la felicidad existe.

(...)

—¿Por qué no, Lobito? ¿Pasa algo? —le preguntó Alec a su hijo con el ceño levemente fruncido y acuclillándose para ponerse casi a su tamaño.

Guía del Cielo(Finalizada✅)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora