La vida también es valiosa desde otros ojos...
—¿Qué? —mi corazón mantenía el ritmo acelerado—. ¿Cómo...?
Mi padre suspiró antes de regalarme una sonrisa de costado.
—Bichito, soy quien te sostuvo cuando eras una bebé, quien te abrazó cuando llorabas, quien te traía a cuestas de la escuela cuando no querías andar. Soy tu padre. Puedo adivinar lo que sientes con solo mirarte. Te conozco hasta en tus silencios —tocó mi mano—. Quizá al inicio no le tomé mucha importancia al hecho de que Alec haya preguntado por ti en específico cuando llegó a esta casa. Pero luego se me hizo imposible no notar cómo te miraba. Siempre pendiente de ti. Lo esquivas.
Mordí el interior de mi mejilla. Mi padre podía parecer una persona despreocupada, desinteresada e incluso despistada. Pero en realidad ponía más atención de la que podía esperar. Siempre atento sin llamar la atención. En silencio.
—Pensé que podía existir algo entre ustedes y solo estabas enfadada. Sin embargo, creo que va más allá, veo que Alec ni siquiera está enterado de su hijo —acarició mi cabello—. Entonces pienso que esto no puede ser un simple romance o un malentendido. Sobre todo, porque me da la impresión que tú no tienes intención de decirle pronto del bebé.
Me quedé estática ante la última afirmación de mi padre. Miré hacia el piso durante un minuto. Él guardó silencio.
—Es...difícil —logré murmurar.
—No quiero forzarte a que me cuentes lo que ocurrió. Si no quieres no lo hagas. Tampoco pretendo presionarte a que le digas sobre el bebé —mi padre siempre fue una persona comprensiva. Quizá eso me daba algo de fuerza después de las palabras hirientes de mi madre—. Solo no quiero que sufras. Ni tú ni mi nieto.
La última palabra me hizo sonreír sin pretenderlo. Miré a mi padre con lágrimas contenidas en mis ojos.
—Nieto... —pronuncié—. Estás cada día más anciano —bromeé.
—¡Ey! —se quejó—. Soy el abuelo más simpático que ese niño va a conocer.
Me reí levemente por primera vez después de un largo tiempo.
—Mi bichito tiene una linda sonrisa —cada vez que papá acariciaba mi cabello me sentía arrullada como cuando aún tenía cinco años—. Asegúrate de guardar una gran colección de sonrisas de ahora en adelante. Por él, por ti —presionó un poco mi mano—. Puede que las cosas con Alec no hayan salido como esperabas. Incluso que no sea el indicado para ti. Pero aún así, creo que, de alguna forma, todos merecemos la oportunidad de elegir. Deja que Alec lo haga. Puede que no sea el indicado para hacerte feliz, pero sí para hacerlo feliz. Puede no ser el hombre adecuado para ti, pero si el papá que él merece —sus palabras calaron hondo—. Solo piénsalo un poco, bichito.
Vaya que lo pensé. Pasé toda la mañana del día siguiente pensando en lo mismo. Papá tenía razón, no iba a negarlo. Sus palabras eran ciertas. Pero al mismo tiempo temía exponerme ante su respuesta. Porque si era negativa, si Alec de verdad no quería tener un hijo. Si seguía no estando en sus planes. Si oía esa respuesta de sus propios labios, terminaría sintiéndome más decepcionada y arrepentida de haberlo conocido. Y eso me asustaba.
Porque al menos sin saber su respuesta. Llevaba en mí alguien valioso, alguien que nos pertenecía a ambos. Alguien que, aunque fue producto de solo una noche de copas, fiesta y deseo, todavía —muy en el fondo— me hacía sentir que fui algo para él.
Porque al menos esa noche sus mentiras me hicieron sentir especial.
—Maia —la voz de Zalie llamó mi atención y giré a verla—. ¿Te sientes bien?
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Guía del Cielo(Finalizada✅)
RomanceMaia y Alec son un par de desconocidos que se cruzan por casualidad. La atracción entre ellos es inevitable, como si se conocieran de toda la vida empiezan algo que, aunque no tiene un nombre específico, se va volviendo cada día más intenso. Sin em...