Capítulo 10||¿Decepciones?

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Hay momentos tan efímeros que se sienten como un sueño...

Jadeaba, completamente exhausta.

¿Ya había dicho que odiaba hacer ejercicio por la mañana?

Volvía a afirmarlo: ¡Odio hacer ejercicio por la mañana!

¿Qué clase de diversión es ir a las montañas?

No le veía ningún sentido.

Comenzaría a sacar la lengua y jadear como un San Bernardo.

—¿Estás bien? —inquirió Alec llegando junto a mi en lo que yo me inclinaba posando mis manos sobre mis rodillas.

Contexto: Ayer justo cuando nos llevaron hasta el edificio, mi amiga les propuso pasar el día juntos.

¡Vaya lugar! Solo a ella se le ocurría esa clase de tortura. ¿Acaso le habia hecho algo malo y no recordaba?

Puede que no fuera tan malo cuando un paquete de buenas vistas como Alec Wembley caminaba justo frente a mí.

—Ten. Bebe un poco —no entendía cómo se veía tan tranquilo. Comenzamos a subir la montaña hace varias horas y él parecía fresco como una lechuga.

No dudaba que fuera un hombre que hacía ejercicio a menudo pues no se le veía para nada incómodo con esa caminata.

Y bueno, ¿Qué puedo decir?

Tampoco podía negar que de vez en cuando le había dado algunas repasadas mientras caminaba delante de mí. ¡Madre mía! Tenía mejores proporciones que yo.

A estas alturas no me iba a poner a negar que Alec Wembley estaba en muy buena forma. ¡Y qué forma!

Me sonrojé ante mis propios pensamientos y porque en ese preciso momento él se estaba quitando la chaqueta después de decir que se estaba ahogando.

A mí eso me haría tiritar. Pero no se lo reprochaba pues estaba muy cómoda teniéndolo delante.

—Limón —lo miré sonriente. El ácido era su favorito. Las mandarinas eran su adicción.

Alec me devolvió la sonrisa.

—Parecías pensativa, ¿Todo en orden?

Joder.

La noche anterior me había quedado despierta hasta cerca de la tres de la mañana pensando en lo que me pasaba con Alec. Me daba miedo cometer otro error o terminar gustando más de lo que debía de él.

La ilusión puede ser un arma letal. Controlarnos es difícil cuando la ilusión nos supera.

Y a mí ya me había sucedido antes.

Cuando te mienten y te hacen sentir que no eres suficiente, que solo jugaron contigo, que para ellos es más importante el sexo que el amor. Te generan tal desconfianza que solo la reconoces cuando una circunstancia parecida se vuelve a presentar.

Alec me ponía nerviosa. Era atractivo y la forma en que me trataba me hacía sentir un vuelco que amenazaba con convertirse en algo más. Me gustaba.

Pero no quería arriesgarme. Gustar de él más allá de su atractivo físico no estaba en mis planes.

Que Jane los hubiera incluido ese día en nuestra salida, me emocionaba como una adolescente en su primera cita. Y si antes estaba asustada, al darme cuenta de lo que sentía, la ansiedad ya me superaba.

—No es importante. Solo no me gusta hacer ejercicio por las mañanas —me reí entre dientes.

—Me di cuenta —se rió también—. A diferencia tuya, Jane parece estarla pasando muy bien —Jane y Thomas se reían un poco más adelante de donde nos encontrábamos. El chico tenía el rostro un poco colorado gracias al ejercicio. Aunque seguramente sumaba que en ese momento mi amiga le susurrara alguna cosa al oído.

Guía del Cielo(Finalizada✅)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora