Capítulo 11||Chispeante

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Las palabras bonitas también son fugaces...

Mi teléfono empezó a vibrar mientras oía a Tom y Jane hablar sin parar sobre la manera de trabajar del pelirrojo tras lo que Alec estuvo contando.

Cuando abrí el mensaje, era una fotografía de papá junto a una fila de pollitos. Se veían muy tiernos. Le respondí con un Emoji de corazones. Además de una descripción que decía que se veían preciosos.

Extrañaba Selcouth. Extrañaba a papá siendo cariñoso con los animales, bailando, jugando ajedrez con sus compadres, tomándose una cerveza —a pesar de las réplicas de mamá—, subiendo la montaña —con todo y mi pereza siempre lo acompañaba— y jugar alrededor del lago. El aire puro de Selcouth, sus colores, su aura.

Extrañaba casa pequeño detalle del lugar donde nací. Sobre todo, el sentir que mis abuelos aun estaban ahí, y es que, para mí, regresar. Era como reencontrarme con su calor.

Mi corazón siempre se sentiría más feliz allá que en cualquier otro lugar, por más hermoso que fuera. Era mi vida entera en un solo lugar.

—...aia... Maia —la voz de Alec me regresó a la realidad. Y casi me caigo de la silla cuando lo encontré muy cerca de mi oído.

Demonios. Su aliento cálido casi me deja sin respiración.

—Si, si... Dime —sonreí apenas, alejándome un poco e intentando calmar mis latidos que amenazaban con escucharse hasta en Japón—. ¿Qué pasa?

Alec ladeó un poco la cabeza y me observó con la curiosidad brillando en sus ojos grisáceos. Y volvió a ocurrir, los minutos se sintieron eternos, él me estudiaba con paciencia, como si buscará algo escondido en mis ojos; mi estómago era un nudo. Y no sabía expresar si eso me molestaba o me emocionaba.

Puede que ambas; últimamente me sentía dividida.

—Te ves chispeante cuando sonríes.

Mi estómago esta vez dio un vuelco y casi que mi corazón brinca de mi pecho. Y pensé: ¿Qué diablos...? Alec Wembley, ¿Estás tratando de ganarte mi corazón o algo parecido? No será tan fácil.

Mierda.

Lo peor fue que el chico pareció haber dicho algo como un simple: Hola por las mañanas, porque regresó a su posición y continuó comiendo con aire calmado.

¿Solo era yo la que se sentía diferente?

Era tan jodido.

Dejamos el restaurante media hora después. La charla se había prolongado. Había visto a Tom y Jane echarse miraditas cómplices desde hace un rato. Por lo que sabía habían compartido sus teléfonos y la había escuchado reírse durante la madrugada frente a la pantalla de su celular.

Suponía que por eso nos habían ido a ver para almorzar más temprano. Me sorprendí cuando los vi frente al edificio. Con esa ropa informal no tan propia en ellos, pero que les sentaba de maravilla. Es que parecían modelos salidos de una revista de perfume varonil.

También entendía el por qué Jane estaba tan fascinada con Tom. Aunque ya podía imaginar cómo terminaría eso si algo llegase a suceder entre ellos. Sospechaba que ella también lo sabía.

El aire frío nos abrazó fuera del restaurante. Me pregunté cómo estarían pasándola en el pueblo. Cuando había lloviznas en Selcouth, mamá solía preparar chocolate caliente con rosquillas para acompañar las frías tardes. Era divertido porque Zalie y yo terminábamos contando historias de terror sobre la alfombra de la habitación o viéndolas en el DVD antiguo que había en casa. Algunas noches durante ese tiempo también nos acompañaban Jay y Tina.

Guía del Cielo(Finalizada✅)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora