Capítulo 46||Viviré para cuidarlos

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Y algunos lugares nos regalan más que solo sonrisas...

Maia

Domingo de...

Vómitos.

El baño giraba a mi alrededor mientras me dejaba caer a un lado de la taza del baño y cerraba mis ojos en busca de un poco de calma. Vomitar por las mañanas era peor que tener el periodo en un día con trabajo extra.

Solo quería volver a la cama y dormir todo el día. Mi fuerza se había agotado por completo.

Me quedé ahí por varios minutos. Recargando fuerzas e intentando recuperar la energía perdida en el inodoro, el malestar era terrible.

—¿Maia? —apareció Alec abriendo un poco la puerta—. ¡Cielos! ¿Estás bien? —terminó por ingresar al baño y me sostuvo por los brazos.

Asentí despacio porque aún sentía la cabeza un poco atontada y el mareo apenas me soltaba.

—¿Qué haces aquí?

—Oí ruido —su voz era amable—. No te ves bien. Te llevaré al hospital.

—No es necesario, la doctora dijo que esto es normal. No hay de qué preocuparse.

Algo de duda se vio reflejada en sus ojos, pero le di un pequeño asentimiento para que se tranquilizara. No me llevaría al hospital cada vez que me pasara lo mismo.

—Bueno —soltó un suspiro—. Ven. Te ayudaré a lavarte y después iré por un té para ti.

Asentí despacio. Se sentía cómodo que me sostuviera. Normalmente estaba sola cuando vomitaba, así que todo esto era nuevo para mí. Y se sentía bien ser apoyada y querida por el padre de mi hijo.

—Aquí tienes —ingresó a mi habitación poco después con una taza de té—. Té de jengibre. Investigué, es bueno para las náuseas en tu estado.

Miré la taza durante un par de segundos e hice una mueca de asco girando un poco mi rostro. No podía hablar en serio.

—Qué horror. No pretenderas que tome eso —murmuré.

—¿Por qué no? Es bueno para tu salud —dictaminó—. Anda. Bébelo.

—No —y giré mi rostro acomodándome mejor bajo la manta polarizada.

—Dale. ¿Acaso quieres seguir vomitando?

—Lo haré si insistes en darme esa cosa tan horrible —torcí los labios con desagrado.

Alec soltó una exhalación.

—Solo es té.

—De jengibre —arrugué un poco la nariz—. Odio el jengibre.

—Lo sé, pero si lo bebes te sentirás mejor —diablos, qué insistente.

Negué con la cabeza porque no podría beberlo. Solo el olor quería llevarme de vuelta al baño.

Hizo un pequeño sonido parecido a un "Mmmm" pensativo, antes de sonreirme.

—Tengo un chicle de sandía —me enseñó la palma de su mano con el dulce—. Solo te lo daré si bebes el té. ¿Lo harás?

Entrecerré mi ojos en su dirección con gesto de: Te he pillado la movida.

—¿Crees que tengo cinco años? Mi padre lo intentó y nunca tuvo éxito. Ni siquiera es mi favorito. Si tuvieras una nube de azúcar puede que lo pensara —le saqué la lengua antes de volver a girarme.

—Creí que la única que me chantajista era mi hermana —soltó una risotada mostrando los dientes—. Emily va a amarte.

—Tú eres quien me está chantajeando.

Guía del Cielo(Finalizada✅)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora