Meses después
Y volví a conocer el amor en tus dulces ojos...
—Hola, hermosa —Alec se inclinó para besar mi mejilla, su cabello mojado me rozó la piel.
—Te odio.
—¿Qué? —su rostro fue enmarcado por la incredulidad.
—No puedo cortarme las uñas de los pies —lo miré como si quisiera desintegrarlo y Alec soltó una carcajada que inundó la habitación—. Ya ni siquiera me puedo poner los zapatos sin tener que sentarme. Tengo gases y estoy exhausta.
—Si. Hay ciertos hedores en la habitación —bromeó él y yo entrecerré los ojos en su dirección—. Trae aquí, gruñona —me quitó el cortaúñas con una sonrisa enmarcando sus labios—. Yo puedo cortar tus uñas y ponerte los zapatos, solo tienes que ordenarlo.
—Es lo menos que puedes hacer, embarazador —chisté la lengua girando mi cabeza en el proceso con indignación—. Tienes prohibido tocarme al menos en cinco años.
—Eso lo veremos cuando leoncito esté en nuestros brazos. No creo que puedas resistir mucho tiempo a mis encantos —me guiñó un ojo con socarronería y luego regresó luego posó el cortaúñas agarrando mi uña.
—No pude encontrar un embarazador más humilde.
—Me amas, querida —sus labios tocaron mi mejilla con un nimio beso—. No podrías encontrar un embarazador que te ame tanto como yo.
Alec Wembley cada día estaba peor. No podía negar que me encantaban sus muestras de afecto, conforme el embarazo ha avanzado —ya casi estoy por dar a luz— Alec es cada vez más dulce. Cada antojo, cada pequeño detalle, siempre ha estado pendiente de mí y de nuestro bebé.
Las cosas nunca salieron en el orden «correcto» entre nosotros, pero supongo que no existe un verdadero orden para el amor.
Aún así, mi deber como esposa embarazada es martirizar un poco la vida del dueño del esperma. Después de todo, cuando el pequeño leoncito decidiera salir, la encargada de pujar y aguantar el dolor sería yo. Él probablemente tomaría mi mano y me daría ánimos, pero mi deber era atormentarlo un poco mientras el momento llegaba.
—Creo que no debería ir a ese viaje. El doctor dijo que podría nacer dentro de estos días. ¿Qué tal si llega mientras no estoy?
—Solo ve, yo voy a estar bien. Este niño parece estar bastante cómodo con su estadía, no tienes que preocuparte.
—Aún así...
—Solo ve, te prometo que tendrás mucho trabajo cambiando pañales en cuanto nazca —Alec soltó una risotada mientras bajábamos las escaleras. La panza ya ni siquiera me deja ver la alfombra correctamente.
—Mamá —Maxi se prendió de mi panza en cuanto llegamos al salón. Sus labios rojos hicieron contacto con mi piel cuando Alec lo levantó para que me bese—. ¿Ya lo van a sacar?
—Aún no, lobito —le dijo él. Max no ha dejado de preguntar cuándo lo van a sacar de mi panza, para él es como si el bebé viniera directamente andando para jugar con él.
El pequeño miró en nuestra dirección en medio de un puchero impaciente.
—Ya quiero verlo.
—Todavía no, pero debes seguir cuidando a mamá hasta entonces. Sobre todo, los días que estaré ausente. ¿De acuerdo?
—Sí, yo cuido de mamá y de hermanito.
—Tranquilo, Ali. Aquí todos cuidamos de mi cuñada favorita —Evan apareció en la estancia con una caja de macarrones en manos, se llevó uno a la boca—. Para ti —me tendió otra caja y sonreí abriéndolo de inmediato. Tomé uno color rosado y lo acerqué a los labios de Alec antes de llevármelo a la boca entre risas para luego irme corriendo mientras él me daba una mirada de: Solo espera que te atrape.
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Guía del Cielo(Finalizada✅)
RomanceMaia y Alec son un par de desconocidos que se cruzan por casualidad. La atracción entre ellos es inevitable, como si se conocieran de toda la vida empiezan algo que, aunque no tiene un nombre específico, se va volviendo cada día más intenso. Sin em...