Más embriagador que el alcohol, el deseo...
Eran casi las siete de la noche cuando terminé de colocarme el vestido que me compró Jane. Largo, color uva. Los tirantes se entrecruzaban en la parte trasera y mostraba parte de mi torso en V dejando mi espalda solo con los tirantes y desnuda poco antes de la cadera.
Los zapatos plateados no eran tan altos —lo cual agradecía— y solo esperaba que el abrigo blanco y corto me abrigara lo suficiente esa noche. Sospechaba que incluso con él, sentiría frío.
—Te ves muy guapa —sonrió Jane ingresando a la habitación mientras acababa de pintar mis labios—. Y estabas a punto de no ir —me reprochó con una ceja enarcada.
Hice una mueca poniéndome los pendientes de bolita y el collar con la inicial de mi nombre —un regalo de Jay para mi cumpleaños número veinticuatro—.
—Y sigo sin querer ir —le recordé.—. Lo hago por Rebecca —por la mañana estaba decidía a no ir pero, después de escucharla replicar y decir que Rebecca nos estaría esperando a ambas, terminé por aceptar.
—Aunque no me has querido decir nada, sé que algo ha pasado entre Alec y tú. Como tu amiga no puedo obligarte a decírmelo, pero sí puedo hacer que salgas de esta casa —me dice—. Esta noche vamos a disfrutar. Una bella ciudad como está merece deleitarse con tu belleza —puso sus manos en mis hombros y nos miramos a través del espejo—. Muestra esas carnes y vive la vida.
Me reí ante sus palabras en lo que inspeccionaba una vez más mi maquillaje en el espejo.
Poco después salimos del edificio y nos adentramos en el taxi que ya esperaba por nosotras. Jane había comentado que Thomas se ofreció a recogernos. Sin embargo, ella declinó la oferta sabiendo que Alec estaría ahí.
Si bien no había dicho nada, ella se había dado cuenta de que algo pasaba puesto que no había querido hablar con él y tampoco quise volver a salir juntos. Me había pasado los últimos dos días encerrada en mi habitación escribiendo, escribiendo y escribiendo. Solo había salido para llevar nuevos bocadillos o ir a comer con Jane —cuando no salía con Thomas—.
—No puedo creer que llevé un vestido tan escotado con este tiempo —murmuré frotando mis brazos en cuanto bajamos del taxi y el aire frío nos recibió.
—Ay, ya. El vestido esta hermoso y aparte llevas ese abrigo —me dijo Jane rodando los ojos—. No seas aburrida, Mai.
—Me voy a congelar por tu culpa —le reproché caminando junto a ella.
La música tenue nos recibió en aquel salón reservado para la fiesta. Era muy bonito, con un estilo moderno y cálido. Las luces de la corona en el techo rodeada de focos alumbraban el ambiente; algunos rostros que pasaban acompañados por otras personas me resultaban conocidos.
Observamos a Rebecca y Phillip en una esquina y nos acercamos a saludar mientras me esforzaba por parecer lo más normal que podía viendo a Alec y Thomas junto a la pareja.
—Feliz cumpleaños, Rebe —Jane la abrazó primero. La mujer le respondió del mismo modo, era muy cariñosa.
—Pero qué guapas —sonrió la mujer antes de besar mi mejilla y abrazarme al tiempo que la felicitaba y deseaba una larga vida—. ¿No creen que están preciosas? —volteó con los muchachos y su esposo quienes asintieron.
—Mucho —los ojos de Alec se posaron en mi y me repasaron con una lentitud abrazadora.
El nerviosismo me recorrió entera, pero me negué a dejarme llevar por aquella nueva sensación. Ponerme nerviosa solo aumentaba el caos que ya sentía. Ni siquiera entendía por qué carajo me sentía tan inquieta.
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Guía del Cielo(Finalizada✅)
Roman d'amourMaia y Alec son un par de desconocidos que se cruzan por casualidad. La atracción entre ellos es inevitable, como si se conocieran de toda la vida empiezan algo que, aunque no tiene un nombre específico, se va volviendo cada día más intenso. Sin em...