Capítulo 58||La historia de Alec

281 30 0
                                    

La magia en tus labios...

Alec

No merece llamarse así misma su madre.

No soy el tipo de hombre que cree que los sentimientos o emociones que nos hacen vulnerables sean un signo de debilidad. Pero tampoco he hablado demasiado de mí mismo frente a otras personas.

Ni siquiera cuando ocurrió el accidente. Es como si mi cabeza siempre hubiera estado preparada para algo así. Conecté con la empresa como con un viejo amigo con quien te estás reencontrando. Abandoné la aviación sin ningún pesar porque mi prioridad desde entonces era mi familia.

Cuando Maia me defendió abiertamente y dijo todas esas cosas frente a mi madre mi corazón por primera vez desde que me convertí en el empresario exitoso que el mundo juzga, me volvió a cautivar.

Esa noche sentí que podía destensar esas emociones que para mí no eran fáciles de expresar. Emociones que se habían quedado atrapadas en el tiempo desde mi niñez.

Maia se posó frente a mí con esa postura suave que la distinguía, cuando elevé el rostro solo un poco desde mi asiento en el sofá. Ella me dio una pequeña sonrisa y abrió los brazos a ambos lados.

El mensaje estaba sobreentendido.

Diablos. Cómo podía resistirme a los de mi esposa. Le rodeé la cintura con mis brazos y dejé mi cabeza sobre su vientre, aspirar el aroma de su cuerpo me hacía sentir en casa.

—Eres tan cálida —murmuré atrayéndola un poco más hacia mi cuerpo. Sus manos acariciando la parte baja de mi cabeza me hacían sentir que rozaba el cielo.

—Y tú tan fuerte. Parece que tus brazos son de hierro —bromeó ella. Elevé mis ojos hacia los suyos y me quedé embelesado a ellos. Azul como un cielo despejado.

Cálido, dulce.

Eso era el amor.

—Solo tenerte cerca y pierdo el sentido  —me aleje de ella y tiré de su brazo con suavidad hasta que terminó sentada sobre mis rodillas—. Te deseo.

Los labios de Maia se entreabrieron con leve sorpresa y fue como si mi cuerpo hubiera recibido un incentivo que endureció a mi compañero. Al parecer ella lo sintió porque sus ojos adquirieron un brillo ya conocido por todas las veces que lo hicimos y tragó saliva con cierto nerviosismo mientras nuestras respiraciones se volvían pesadas.

—Eres una muy mala influencia —Maia acercó sus labios a los míos tomando ambos lados de mi rostro entre sus pequeñas manos—. Solo apresúrate y llévame a la cama.

Una sonrisa satisfecha extendió mis labios antes de deslizar una mano dentro de sus pantalones cortos y holgados que usa en casa. Maia emitió un gemido en alto cuando acaricié el vértice entre sus piernas con suavidad y lentitud que la estremecían.

—¡Alec! —jadeó en mi oído y deslizó sus labios por la orilla de mi oreja y luego sobre mi cuello. Hice a un lado mi cabeza para que continuara besándome al tiempo que mis dedos continuaban su trabajo—. Sí...

Sus susurros cuando volvió a mis labios me hicieron emitir un gruñido pues era increíble ver sus ojos cargados de la lujuria que yo le provocaba. Lo cual solo me excitaba un poco más.

Guía del Cielo(Finalizada✅)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora