Capítulo 30||Interesante, pero efímero

322 43 3
                                    

Ojalá nos diéramos cuenta que aún a pedazos seguimos siendo valiosos...

—¡¿Te has vuelto loco?! —le dije saliendo por la puerta trasera escondida entre los árboles del jardín. Solía escabullirme por ahí cuando era pequeña.

Él me esperaba con una sonrisa ladina en medio de la oscuridad. Suerte que por ese lado no había demasiadas casas ya que ahí mismo se encontraba el deportivo, por lo que al menos de ese lado no habría señoras chismosas. Aunque fuera tan tarde sospechaba que alguna que otra andaría despierta por su casa.

—La noche esconde secretos. ¿No?

«La noche esconde secretos y encantos»

Mierda. Él no podía hacerme eso ahora. No podía recordar eso.

—¿Cómo sabías que estaba despierta?

—Intuición —enarqué una ceja ante su respuesta—. Te ves ojerosa, pensé que quizá estás enferma, por eso no duermes bien.

Mi estómago dio un leve tirón mientras sentía que el corazón se me apretaba como si estuviera a punto de llorar.

Ay, no. Eso era ridículo.

—Estoy bien —zanjé tras carraspear un poco—. Deberías irte —dije volteando nuevamente hacia la puerta trasera.

No obstante, Alec me tomó suavemente del brazo deteniendo mi andar. Me quedé quieta porque su cercanía me hacía tensar. No lo quería cerca, y a la vez era como si necesitara escuchar de sus labios que todo estaba bien.

Sentía mucho miedo. Entonces entendí mejor a Valentina. Pasar por algo así sola sin saber cómo decirlo, de alguna forma, era tortuoso. Porque amaba a mi bebé, pero ese amor me hacía temblar al no poder expresarlo libremente como desearía.

—Maia, hablo en serio cuando digo que no me iré sin hablar contigo —sus palabras me generaron un escalofrío—. ¿Es verdad que nunca te interesé? Yo no creo merecer algo como lo que estás haciendo.

Permanecí en silencio porque sinceramente no sabía qué decir. No sabía si fue amor lo que sentí por Alec mientras estuvimos en Luar, tampoco si lo sentía ahora mismo. Lo único de lo que podía estar segura era que me atrajo desde que lo vi por primera vez en aquella cafetería.

Era un atractivo físico principalmente. Como ver una revista de moda masculina, te quedas impactada admirando a los tipos que lucen cuerpos bien proporcionados. Pero sabes que nunca los tendrás de frente. Sin embargo, con Alec aquello fue diferente. Conectamos de alguna forma que no entendía —o eso creía—. Ese atractivo comenzó a ser mas interesante mientras lo oía.

Pasando tiempo con él me di cuenta que existía más de lo que decían los titulares o la fachada de chico guapo. Al mismo tiempo, me asustaba porque lo que decía su teléfono era contrario a lo vivido con él. Y la desconfianza se mantenía latente, pero no podía preguntarle o reprocharle nada. Porque a la vez nunca fuimos nada en realidad. Así que no creía tener derecho a sentirme traicionada y a la vez me sentía así.

Y entonces llegaba aquel pensamiento que me torturaba todas las noches: Hubiera sido mejor nunca habernos conocido.

—Solo fuimos dos personas coexistiendo en un mismo lugar, Alec. Fue un instante. Interesante, pero efímero —expresé sin mirarlo. Estaba tan cansada que ni siquiera luchaba por desprenderme de su mano—. Deberías ir a buscar a quien quieres en realidad y no venir a perder el tiempo conmigo. Vete cuanto antes de aquí, es lo mejor que puedes hacer —me ardía la garganta conforme soltaba las palabras.

Finjamos nunca habernos conocido.

Quise decirlo, pero no pude. La idea de un ser creciendo en mi vientre, siendo parte nuestra, me lo impedía. Me dolía. Él no tendría la familia que deseaba ofrecerle.

Guía del Cielo(Finalizada✅)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora