La guía del cielo no siempre es de nubes de azúcar...
Alec
La frustración me perseguía hace semanas y no era precisamente por el trabajo. Al contrario, creo que nunca me había aburrido tanto en esa oficina. Me sentía más solo que una ostra.
Maia era la razón de mis noches de insomnio y mis días de frustración y significativo estado de molestia. Era sofocante no saber de ella después de lo que pasó entre nosotros.
Me preguntaba si se arrepentía. Me asustaba la respuesta. No quería ni imaginarme si fuera así. Ya me sentía suficientemente culpable al saber que ella era virgen y lo hicimos en medio de una noche de alcohol.
Si tuviera la oportunidad de repetir los días juntos en Luar. Me esforzaría más en enamorarla. Y que su primera vez fuera memorable, con ambos sobrios. Así mi cabeza no me recordaría que estaba bajo el efecto del alcohol y pudo ser solo un momento de impulso y excitación.
No entendía qué nos pasó, por qué me evitaba, porque después de lo que ocurrió entre nosotros solo desapareció y por qué seguía sin contestar el teléfono.
Es que debía estar loco porque extrañaba su sonrisa y su voz. Y solo fueron unos días de estar juntos. Tanto así fue su efecto en mí.
Necesitaba encontrarla. Llevaba días buscándola. Hice de todo. Mandé a preguntar por ella a Silky, pero nadie sabía de ella. Y no podía hacer que Tom le preguntará a Jane porque la ojiverde seguía sin responderle el teléfono.
El chico estaba igual o peor que yo. Mi pobre compañero estaba bastante susceptible estos días también.
Conclusión: No obtuvimos nada.
En la empresa siempre nos contestaba la misma señorita y siempre decía lo mismo que ya parecía un disco rayado: No vienen a la empresa hace semanas.
Al parecer Jane se estaba tomando un descanso de la empresa. Por lo tanto, Maia también. Así que las últimas semanas trabajaban desde casa.
Pero yo no me rendía fácilmente. O eso me decía siempre que estaba por perder la cabeza. ¿Así de grande era Nueva York?
Recordaba a Jane mencionando que después de Luar permanecerían unos días en la ciudad y luego se tomarían unas semanas libres fuera de la empresa. Nunca le pregunté el lugar —no quería sonar acosador—.
Suspiré por ya no sé cuántas veces en el día y me recosté en el respaldo del asiento. Estaba exhausto. Ni siquiera almorcé. No tenía apetito.
Cuando la puerta se abrió algunos minutos después —aun con el brazo sobre mis ojos— hice una mueca de disgusto sin cambiar de exposición y respondí:
—Thomas, ya dije que no tengo hambre. Ve tú —no era la clase de jefe tirano que explotaba y maltrataba a sus empleados, pero justo en ese instante no era mi día.
Ya va. No eran mis días.
—Soy yo, Ale —su voz me hizo recomponerme al instante.
Sonreí al verla parada aún cerca de la puerta con gesto algo confuso y meditabundo, quizá pensando que llegó en un mal momento.
Mi niña favorita había vuelto. Mantuve mi sonrisa al tiempo que ladeaba levemente la cabeza.
—¿Mal momento?
—Para ti nunca es un mal momento —me levanté y extendí mis brazos antes de apretujarla contra mi pecho. Era la luz de mis días perdidos. Como sería un mal momento para ella. Aunque estuviera enfadado con el mundo, quizá sí lo estaba, ella jamás me molestaría
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Guía del Cielo(Finalizada✅)
RomanceMaia y Alec son un par de desconocidos que se cruzan por casualidad. La atracción entre ellos es inevitable, como si se conocieran de toda la vida empiezan algo que, aunque no tiene un nombre específico, se va volviendo cada día más intenso. Sin em...