Y somos valientes cuando amamos con locura...
Maia
El aire se había estancado en mi garganta desde que oí esas palabras de la boca de Alec. Mi Esposa. Esas dos palabras aún resonaban en mi cabeza como si se tratara de un eco en medio de un espacio desértico. Se sentía increíblemente bien que hacía mi corazón palpitar con fuerza y desear volver a abrazarlo con mucha intensidad justo como lo hacía en ese momento al recordar el preciso instante en que sus labios produjeron esas palabras con el claro convencimiento en sus ojos.
—¿Te gusta? —la mirada de mi hijo titilaba con emoción intercalando entre el platito con el postre y mis ojos.
Antes de poder contestar algo a las palabras de Alec, Max llegó corriendo a mi habitación para decirnos que la sorpresa estaba lista. Contrario a las palabras de Alec, no habían tardado tanto en preparar los pastelitos de manzana. Alec casi había gruñido ante la interrupción por segunda vez durante el día. Y yo le seguía agradecida a Max porque de otra forma, creo que no habría logrado palabra alguna frente a tal afirmación.
—Por mucho, el mejor pastel que he probado en toda mi vida —le sonreí—. Pero no le digas a mi hermana.
El niño sonrió con ilusión y se acercó al molde en el que se encontraban algunos otros pastelitos para colocar uno más en el plato frente a mí.
—Buenas tardes —la voz de Nadia se hizo presente en el comedor. Vi a Alec disimular su expresión, pero claramente no se veía animado al observarla. Desde que lo oí hablarle de esa forma por la mañana confirmé que no le agradaba para nada.
—¡Tía! Mira, Martha y yo hemos preparado pastelitos de manzana —sonrió en su dirección—. Siéntate y come uno.
—Eh... —sus ojos se dirigieron a Alec por unos segundos, pero él no la miró, en cambio, estiró una mano y envolvió la espátula con ella para tomar otro pastel—. Tal vez después...acabo de comerme un pedazo de pan.
—Pero...solo uno pequeño —pidió Max con un puchero mirando en dirección a la mujer de cabello corto.
—Venga, señora Nadia —le pedí con una sonrisa. A mis ojos, Nadia no parecía ser una mala persona. No estaba segura de lo que sucedía con Alec para que fuera de ese modo con ella y quizá no tenía nada que ver conmigo, pero no me atraía la idea de que mientras todos comíamos juntos, ella se fuera seguramente para no molestarlo—. Sírvase algunos. Le vendrá bien algo dulce, aunque el almuerzo vaya a estar pronto —le sonreí. Ella, aunque dudosa y con la mirada puesta sobre Alec, me sonrió también acercándose a pasos cautelosos hacia la mesa y tomando haciendo en una silla vacía junto a Max.
—Te lo agradezco —mencionó tomando un bocado del pastel que Max puso en su plato—. ¿Cómo te sientes? ¿Cómo va el bebé?
—Por ahora está tranquilo. Ha estado algo revoltoso, pero sorpresivamente hoy fue una buena mañana.
—Papi estuvo ahí para cuidarlos —dijo Max con orgullo en medio de un bocado al pastel haciendo que casi me atragante mi propia saliva. Mi propio hijo me saboteaba frente a todos. Algo avergonzada solté una pequeña risita entre dientes.
—Claro. Tu papá es un gran hombre —mencionó la tía Mica con una sonrisa divertida que me hizo sonrojar.
—¿Y cómo están Emily y Evan? —cuestioné limpiando mis labios y mirando a Nadia para desviar el tema.
—Muy bien. Emily está ocupada con los exámenes así que es una semana algo difícil para ella y Evan me habló está mañana para contarme que están partiendo a Boston, es su última parada antes de volver.
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Guía del Cielo(Finalizada✅)
RomanceMaia y Alec son un par de desconocidos que se cruzan por casualidad. La atracción entre ellos es inevitable, como si se conocieran de toda la vida empiezan algo que, aunque no tiene un nombre específico, se va volviendo cada día más intenso. Sin em...