18. Vigilada

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Me siento segura, incluso más que con mis propios padres, no debo tener un comportamiento digno de una señorita como tanto dice mi madre, no temo a que alguien aquí me levante la mano; mis ojos se abren, disfrutando así el olor que emana del cuerpo de Dierik, hemos cambiado de lugar, ahora soy yo quien está acostada en su pecho y él me tiene abrazada.

Si mis padres me vieran...

Me permito volver a detallarle el rostro, su piel es blanca y suave como una nube, sus cejas y pestañas realmente negras y pobladas, sus labios que me provocan besarlo una vez más y estoy empezando a creer que nunca tendré suficiente de él; se ve tan tranquilo, su semblante solo muestra relajación, serenidad y paz, no puedo evitar sentir lo mismo sabiendo que sí está descansando.

Intento levantarme con cuidado.

Como si fuese un crimen lo que estoy haciendo, levanto las manos de Dierik que rodeaban mi cintura para dejarlas sobre su abdomen, me deslizo entre la sábana para salir con el mayor silencio posible; me siento orgullosa al saber que logré mi objetivo, camino con tranquilidad hacia al baño, necesito ocuparlo y no me veía quedándome tranquila un segundo más junto a él.

Abro una de las puertas.

- No puede ser - susurro anonadada por el closeth.

Es grande.

Le va perfectamente al resto del apartamento y empiezo a creer que esto debería ser más una casa, camino y empiezo a tocar la poca ropa que Dierik tiene aquí, supongo que el resto se lo ha llevado a Ojai; salgo y voy a la otra puerta, esta vez, sorprendiéndome por el diseño del baño, mismas baldosas de mármol y el lavabo contiene el mismo, hay una regadera y una bañera en forma rectangular con vista a la playa.

Sin duda, esta habitación sería la principal.

Cierro la puerta con llave, sé que conozco desde hace unos pocos días al chico que duerme profundamente, pero estoy completamente segura que él es capaz de entrar sin ningún tipo de vergüenza; después de hacer mis necesidades, lavo mis manos y disfruto del olor a vainilla que el jabón a dejado en el aire, cuando salgo a la habitación, todo está como lo deje antes de entrar.

El frío del aire me provoca un escalofrío.

- Es tan bonito - susurro viendo al chico dormido.

Veo la hora y todavía tenemos tiempo.

Me subo a la cama a gatas, poniéndome de rodillas junto a él y pensando en cómo despertarlo, no hemos almorzado y tengo hambre, una idea se me viene a la cabeza, mi padre me levantaba así cuando era una niña, aunque él no se subía sobre mi; me vuelvo a recostar en el pecho de Dierik, pero más cerca de su rostro y empiezo a darle besos por todos lados, hasta terminar en sus labios.

Puedo sentir como sonríe.

- Si quieres que me levante así - dice con voz ronca y sus manos abrazan mi cintura - no lo estás logrando, cielo, solo me motivas a seguir dormido para sentirte encima mía.

- Tengo hambre - hago un mohín y me acuesto sobre su hombro - ¿tú no?

Él ríe.

- Mucha pero no de comida - se gira recostándose de lado y dejándome entre sus brazos.

- ¿Entonces? - no logro entender que es lo que quiere.

Nos miramos fijamente a los ojos.

Una de sus manos, baja desde mi cintura hasta la mitad de mi pierna, incendiando todo ese trayecto para luego tomar con fuerza mi cadera y así pegarme aún más a él, suelto un jadeo ante ese choque y ya comienzo a identificar el crecimiento de aquella fastidiosa humedad; un gemido sale de mis labios y Dierik entre abre los suyos, no lo vi venir, cuando sentí lo tenia encima mía, yo recostada sobre la cama y él cerniéndose en mi, besándonos como si nunca lo hubiéramos hecho, con ese deseo y anhelación incrementándose.

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