No pensé que una semana fuera un lapso de tiempo muy largo, fue la prueba de paciencia más horrible de mi vida. Aunque no puedo quejarme tan libre como quisiera, mis padres siempre estuvieron aquí, pero cuando iban a comer los chicos venían un rato. Abraham, Fernanda y Dafne son los únicos que me han salvado del aburrimiento, incluso John vino un par de veces.
¿Pero él?, nada.
Desde el día que desperté no ha venido, Dafne y Abraham dicen que es por mucho trabajo, otras veces que ha intentado venir es porque mis padres están cerca y no quiere meterme en problemas. Mientras me lavo las manos en el baño de la habitación del área de hospital del CESE, lágrimas ruedan por mis mejillas, ya he perdido la cuenta de cuantas veces he llorado hoy. ¿He hecho algo malo?, es la pregunta que ronda por mi mente y me lastima.
Si hice algo mal... que me diga y me disculparé.
- Te he traído ropa - dice Fernanda cuando salgo del baño, saca las prendas de la mochila - encontré estos pantalones, fueron los más flojos que vi.
- No los uso por lo mismo - sonrío pero lo acepto.
También me llevo conmigo una blusa.
Regreso al baño porque es el único lugar donde me han asegurado que no hay cámaras ni micrófonos, me desato la bata de hospital y quedo completamente desnuda frente al espejo grande. Veo todo mi cuerpo y esta bien, ciertos moretones que ya estan desvaneciéndose estan regados por todos lados y justo en mi abdomen una pequeña linea cicatrizada. El vendaje me lo quitaron hoy en la mañana, la doctora incluso me autorizo ir a caminar un poco por las instalaciones del CESE mientras mis padres van a almorzar para después irnos a casa.
Suspiro y comienzo a ponerme la ropa.
- ¿Estás bien? - Fernanda grita al otro lado de la puerta.
- Sí - empiezo a reír por ser tan protectora justo ahora - puedo cambiarme sola, Fer.
Termino de ponerme la blusa y salgo.
- Nunca habías recibido un disparo, es más, nunca habíamos estado en una situación como el de hace semanas.
- Me doy por bien servida con que mis seres queridos estén bien - tomo asiento en una sillón muy despacio.
Intento ponerme las calcetas.
- ¡Hija! - el grito de mi madre me asusta y dejo caer la prenda - no puedes agacharte, deberías descansar, déjame a mi.
- No, mamá, estoy... - mejor no digo nada, ya está arrodillada frente mía.
Ella no es mi madre.
No sé qué hicieron con la mujer que no podía ni verme, pero que miedo da. Fernanda mantiene su distancia y también su seriedad, esa que tanto me confunde pero que no puedo preguntarle la razón de su actitud por el hecho que hay cámaras. Y no sé si lo que me podría contar es algo que la perjudique a ella, a mi o incluso hasta mi madre. Mi padre está en el umbral de la puerta viéndonos y yo solo puedo dejar que crean que soy una débil como siempre.
Es decepcionante.
- Listo - acaricia mis piernas con una gran sonrisa y aun espero que me grite o haga algo en mi contra - ¿quieres comer algo?
- Mm, sí - asiento desconfiada pero con muchas ganas de salir de esta habitación.
- Vamos - mi padre se acerca y me ayuda a levantarme.
- Papá, estoy bien - sonrío y comenzamos a caminar - puedo hacerlo sola.
Pero eso no evita que me sujete del brazo.

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Atracción
RomantizmLa chica con androfobia y con los padres más estrictos del pueblo, seguirá con su vida monótona y con reglas... pero todo cambia cuando lo conoce a él. Alesara seguirá intentando ser la hija perfecta hasta que una catástrofe haga que su curiosidad...