56. Buena hija

354 48 1
                                    

Dejo la cesta de ropa recién lavada sobre mi cama y salgo caminando tranquila hacia el teléfono de casa, sé que mi madre no tardará en llamarme. No fue hace mucho que me levanté, el baño de anoche me relajo bastante, así que aún traigo la pijama puesta pero ya medio activa porque de lo contrario mi madre me dará una buena regañada por contestar con voz adormitada. Y efectivamente, el teléfono suena justo cuando tomo asiento en el sillón junto a éste.

Contesto antes que se enoje.

- ¿Bueno? - a pesar que sé que es mi madre, finjo que no.

- ¿Todo bien? - la misma pregunta.

- Sí, todo en orden - la misma respuesta.

- Bien, adiós.

Cuelga.

Ni siquiera me ha preguntado por la graduación, acto que es mañana y no veo indicios de su llegada. No me quejo, bueno, solo un poco pero si ellos llegan a venir mi relación, o lo que sea que tenga, con Dierik terminaría. Han pasado casi dos días desde que regrese escoltada por él y Abraham, entre ellos acordaron que uno se quedaría a cuidarme y ser mi guardián, mientras que el otro se encargaría de todo en el CESE.

Para mi sorpresa, Dierik se quedó.

Estuvo aquí los dos días, aunque a veces salía y venía Dafne a reemplazarlo, nunca estuve sola. Cada vez que sale de casa, como ahora, temo que no regrese y si regresa, temo que ya no sea yo un motivo de su retorno. ¿Por qué digo eso?, porque Mariana lo ha estado llamando nuevamente, y ahora sí le contesta, a veces hasta se aparta y tarda unos breves minutos. Dejando los sentimientos, no han habido señales de Braulio, ni de Adrian y no me siento vigilada.

Y eso me aterra más.

- Ya te has levantado - su voz me alegra la mañana y volteo hacia la puerta principal que es de donde proviene la melodía - ¿ya llamó tu madre?

- Ya - asiento y me pongo de pie.

Enredo mis brazos alrededor de su cuello.

- No me fijé cuando saliste - murmuro cerca de sus labios.

- No fue hace mucho que me fui, estabas dormida - aclara y posa sus manos en mi cintura - no te quería despertar.

- ¿Alguna novedad? - una de mis manos se escabulle por su cabello negro.

- Creyeron haber encontrado a Braulio, fuimos a verificar pero no era así - suspira de la misma manera que hace unos días atrás, cansado - estuvo ahí pero se fue antes que llegáramos.

Yo sigo haciéndole cariñitos en su cabello.

Es una técnica que he aprendido para relajarlo, no es nada complicado y no entiendo porqué le gusta mucho. Sé que le encanta, ha cerrado los ojos y ha unido nuestras frentes. Su piel está fría y me imagino que se debe a que ha estado expuesto al aire fresco, algo no tan común aquí en Ojai en pleno verano. Verlo de esta manera me ocasiona a mi tranquilidad, pero también es una tentación tener sus labios tan cerca y no poder disfrutarlo.

Así que... me doy mi gusto.

Lentamente deleito mis labios con los suyos, él parece haber esperado lo mismo, porque trasladó una de sus manos a la parte trasera de mi cuello. Es así como me une más a él, haciéndome muy feliz con sus caricias, el ritmo es tranquilo, como si quisiéramos memorizar cada detalle. Su olor tan masculino me embriaga y parece ser gasolina para mi, sus manos vuelven a bajar a mi cintura pero no se quedan ahí, siguen descendiendo hasta llegar a mi trasero.

Ese apretón vino acompañado de un ligero mordisco de su parte.

- ¿Sabes qué agradecí más ayer? - su voz es más ronca de lo habitual.

AtracciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora