55. Aclaraciones

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Cuando Dafne mencionó ir a caminar, creí que iríamos al jardín o algo parecido. Pero no, estamos aún adentro del edificio extensivamente grande y con un ambiente moderno, pulcro y seguro. Ya empiezo a acostumbrarme a las miradas curiosas que caen sobre mi y no sé qué de todo podría hacer que llame su atencion: ¿mi ropa que me queda más grande de lo normal?, ¿ser "La protegida"?, ¿la chica junto a mi?.

Tienen muchas opciones para curiosear.

- Ya extrañaba el calor de Los Ángeles - el sudor que cae por su cuello resalta el sarcasmo - iré por un refresco, por el bien de mis poros y de mi salud mental.

- Esta bien - me es imposible no reírme al verla de esta manera.

- Quédate aquí - señala una de tantas columnas blancas - la cafetería está a pocos pasos, no tardaré. ¿O quieres venir conmigo?

- No - niego casi de inmediato.

Ella tiene razón.

Puedo ver desde aquí una de las entradas de la misma cafetería a la que me llevaron John y Cici, así es como me doy cuenta que es hora de almuerzo. Hay tantas personas ahí, literal, podría jurar que hay alrededor de dos mil agentes. ¿Si quiera es posible esa cantidad?, para un lugar tan grande como ese creo que hasta muy poco es. Me niego a entrar ahí sabiendo que hay chicos, tampoco quiero sentirme como un pollo comprado.

Mejor espero aquí.

- ¿Estás segura? - Dafne duda en decir algo más.

- Creo, firmemente, que estaré mejor aquí que ahí - señalo a la puerta de cristal - hay muchos chicos.

- Uhm, se me había olvidado ese detalle.

- Ve, yo te espero aquí - me recuesto en la columna antes mencionada.

Asiente y emprende su camino.

Va caminando pero rápido, comprendo su desesperación, a pesar del aire acondicionado que mantiene fresco todo el enorme edificio, el calor es muy potente. Más ahora que veo mi reloj, es medio día, la hora perfecta para freír un par de huevos en el capó de un carro. No me muevo de donde dije que me quedaría, volteo a ver a un lado de la columna, justo ahí se encuentra un gran ventanal. ¿Será esto una obligación si eres multimillonario?, donde sea que vaya hay grandes ventanas.

Unas voces me devuelven a la realidad.

- Qué guapa - murmura un hombre trigueño con cabello café - hola, nena.

- Hola - susurro cruzando mis brazos y pegándome más a la columna.

- ¿Te gustaría ir a almorzar con nosotros?, no mordemos - bromea el hombre junto a él pero solo llega a incomodarme mucho más.

- N-no - niego pero solo les causó chiste.

Su acompañante también me sonríe.

- ¿Eres nueva? - pregunta el primero, el cual lleva el mismo brazalete que vi hace unas horas en John, accesorio que me confirma que es un Lea - no te había visto por aquí, ¿cómo te llamas?

- Ojalá estes en nuestro cubo - dice el otro y ambos se acercan más mientras sus ojos suben y bajan por mi cuerpo, incluso detallan mi rostro - con gusto te ayudaría a entrenar.

- ¿Cubo? - digo para mi misma y empiezo a irme hacia un lado - de-debo irme.

- ¿A dónde? - enarca una ceja el que parece ser el más rudo de los Leas.

No contesto, en lugar de eso, corro.

Ese hombre parecía tener un alto rango, bueno los dos, pero él no me dio una buena impresión. Ni me puse a pensar hacia donde debía correr, solo di la orden a mis pies de huir de lo que realmente me pone mal. A comparación de hace unas horas atrás, los pasillos están vacíos y supongo que es porque todos se encuentran en cafetería. Me detengo cuando veo que he llegado a la entrada principal, aquella que tiene una recepción muy grande.

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