59. Perdida de amor

375 39 0
                                    

Estoy más que emocionada, espere cinco años para este momento y, al fin, ha llegado. Las tres chicas que están apunto de graduarse nos encontramos en mi habitación, también esta Roma quien es la encargada de mi maquillaje muy natural. Muy, muy natural. Pero también está: Katerin, estilista de Fernanda y Victor, estilista de Dafne, los tres están desde muy temprano aquí para alistarnos. A Dierik lo levantamos antes para que dejara la habitación.

Algo que le sirvió para ir a alistarse también.

- Bien, ya estas - Roma sonríe alzando sus manos - que lindo es trabajar contigo.

- ¿Por qué? - veo mi maquillaje casi imperceptible pero que sí hace una pequeña diferencia.

- Porque no me complicas la vida - ríe.

- De nada.

Todos reímos.

Mientras mis amigas terminan de maquillarse, yo voy al baño junto con el vestido rojo que Dafne me regaló días atrás. Es como el plateado, excepto que su falda es lisa y tiene mangas de la misma tela, los hombros descubiertos y llega justo sobre mi rodilla. Salgo y no faltan las frases que suben mi autoestima, me veo al espejo y definitivamente estoy feliz por el resultado. Tomo asiento en la cama y comienzo a amarrar los tacones, no tan altos, de color negro.

Ahora sí, estoy lista.

- Ya - doy un giro y sonrío.

- Muy guapa, eh - Victor guiña un ojo e inmediatamente siento que me sonrojo.

- Nosotras estaremos listas en un rato, ¿verdad?

- Sí, no hace falta mucho - confirma Katerin haciéndole unas ligeras ondas a Dafne.

Yo asiento acomodando un poco mi coleta.

Soy fiel a mantener mi cabello amarrado, por eso le pedí a Roma cualquier peinado pero que fuera en una cola de caballo. Y así es, una cola de caballo alta y con ondas al final. Tomo un poco de perfume y lo riego por la parte de atrás de mis orejas, en mis muñecas y el doblez de mis codos. Ya me he cepillado los dientes y antes que llegarán todos ya había tomado un baño. Veo el reloj y ya casi va siendo la hora, ¡por fin tendré mi título! Me emociono aún más cuando escucho la puerta principal abrirse y cerrarse.

Solo una persona puede entrar así...

- ¡Dierik! - grito emocionada, dejo el perfume en mi tocador y me veo por última vez en el espejo.

- Sí, está totalmente perdida de amor.

Ignoro el comentario de Dafne.

Camino un poco lento, teniendo temor a caer en las gradas, como he dicho estos zapatos no son mi especialidad. Las risas de mi cuarto solo hacen que me sonroje todavía más, ¿qué puedo hacer?, de verdad quiero verlo. Siento que han pasado años sin que lo vea, por eso cuando llego al borde de las escaleras quedó estática. Lleva una camisa blanca, con las mangas dobladas hasta por encima de su codo, un pantalón negro casual y sus fieles botas militares.

Estoy anonadada.

Mi corazón se detiene al ver esa sonrisa pícara tan de él, sus ojos verdes que tanto me encantan me analizan de pies a cabeza. Esto parece como en la película de Crepúsculo, cuando Edward espera a Bella al inicio de las escaleras, pues así estamos nosotros. No puedo evitar que se me escape una sonrisa al bajar con precaución, mientras él se acerca con pasos muy lentos a ayudarme. Extiende su mano hacia mi y yo se la recibo gustosa, pero no llego a bajar todas las escaleras, solo alcanzo hasta el segundo peldaño...

Entonces me jala hacia él.

- Estás... hermosa - susurra a milímetros de mi rostro, con nuestros pechos pegados, sintiendo como mi corazón palpita a toda potencia por escucharlo decir eso.

AtracciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora