23. Tú y yo

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Tantas aplicaciones con usos importantes es lo que descarga mi celular, es raro oír esa frase en mi, "mi celular", sin embargo, las explicaciones de Dierik son las que me han sacado risas; su paciencia ha estado en fuego, cada palabra que utilizaba era algo nuevo para mi, significado que quería comprender desde ya.

Ahora sí, soy experta sobre la tecnología.

- Te mandare los números de los demás, ya saben que tendrás celular - me explica mientras cruza una calle - llegamos.

- ¿Es tu casa? - volteo a ver la construcción que se encuentra a mi lado derecho.

- Ahí vive alguien que te pondrá a prueba, si fallas morirás - comenta y baja del carro, yo tiemblo del miedo - era broma, Lesa, vamos.

- ¿Seguro? - dudo en bajar cuando mantiene la puerta abierta con una sonrisa.

Él voltea hacia la casa.

- Solo vengo por unas solicitudes de carga militar - extiende su mano hacia mi - no dejaría que nadie te hiciera daño, niña.

- ¿Lo prometes? - susurro tomando con fuerza su suave piel del dorso.

Me atrae hasta chocar nuestros cuerpos.

- Lo prometo, preciosa - acomoda mi cabello detrás de mi oreja - vamos.

- ¿Quién vive aquí? - analizo el vecindario, aparentemente tranquilo mientras caminamos hasta el porche.

- La persona que es igual de retorcido que yo - toca el timbre y esperamos.

‐ ¿Retorcido?

La puerta es abierta.

Un señor ya mayor aparece tras el marco, su expresión es fría y sería, tal cual como Dierik en el trabajo, otro detalle en común que tienen son sus ojos verdes oscuros y claros a la vez; su ceja con tonos grises se eleva al verme, las arrugas de su frente se pronuncian todavía más y vuelve a centrarse en quien me ha traído aquí, permitiéndome ver que es alto a pesar de su edad y sus músculos todavía mantienen cierta presencia.

Se me hace familiar.

- ¿De cuándo a acá, traes a tus culos aquí, Die? - cuestiona en voz autoritaria.

- Solo vengo por las solicitudes que Mila te envió - bufa y sonríe - y ella no es ninguna conquista, modera tu vocabulario, no serás vos quien le explique después lo que significa la palabra "culos".

Quedé perdida, otra vez.

- Alesara es más que una chica bonita, tenlo muy presente - da la vuelta para entrar a su casa y nosotros lo seguimos.

- ¿A qué se refiere? - susurra para mi mientras cierra la puerta - ¿desde cuándo te conoce?

Solo me encojo de hombros.

La casa es en tonos beige y blancos, el piso de madera está brillante y un olor a desinfectante golpea mi nariz, observo las escaleras pero no vamos hacia ellas, sino que nos quedamos en la sala; Dierik toma asiento junto a mi en un sillón largo color café claro, muy cómodo a decir verdad, y el señor decide quedarse en el otro mueble similar a este frente a nosotros.

Qué bonita sala de estar.

- Lesa, él es mi abuelo, Tom Cells; abuelo, ya la conoces al parecer - frunce el ceño al decir lo último.

- Han pasado muchos años - el señor Cells me observa con duda - no me sorprende que no me recuerde, pero esta bien, prefiero que sea así. Mucho gusto, Alesara.

- El placer es mío - mi sonrisa es más tímida de lo normal, así que me apego más al hombre junto a mi.

- ¿Los rumores de la Red Secret son ciertas, mijo? - vuelve a centrarse en su nieto y a veces me estudia - ¿le has declarado la guerra al clan V?

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