26. Dololi

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Acalorada, así es como me siento mientras en mi mente se repiten las escenas de las dos primeras películas de la trilogía de las 50 sombras, estoy impresionada por lo que son las relaciones sexuales, pero lo estoy más por haber deseado estar de la misma manera; hemos terminado la segunda película y apagamos la televisión rápidamente al oír un carro estacionarse, yo no puedo quedarme aquí.

Salgo corriendo a la playa.

- Oye, Ale - susurra Fernanda cuando ya estaba saliendo por las puertas de cristal.

- Alesara - Dafne ordenaba los cojines.

Aire, frescura.

La brisa me refresca bastante, aunque mi ropa interior mojada me estresa otra vez, ¿eso es lo que no quiere hacer Dierik conmigo?, ¿por qué?, yo sí quiero y mucho, el mar roza mis pies descalzos; unos brazos rodean mi cintura y sonrío al sentir su nariz inhalando en mi cuello, estoy tan sensible que con solo tenerlo así vuelvo a estar ardiendo como si tuviera fiebre.

Eso de la excitación es difícil de controlar.

- Hola, niña - besa mi mejilla y luego me hace girar - ¿qué hicieron?

- Vimos películas - las imágenes vuelven a atacar mi mente - muy buenas, de hecho.

- ¿Cuáles? - sus ojos no se separan de los míos y así no podré mentirle - Alesara.

- No... recuerdo el nombre - intento esquivarlo cuando escucho su segunda llamada de advertencia.

Pero fue en vano.

Su mano se cierra alrededor de mi muñeca y empieza a guiarme hacia un lado de la casa, quedo de espaldas a la pared y él apoya su mano libre a la altura de mi hombro; si antes me tomaba trabajo controlar lo que desconocía, ahora me es ultra difícil aguantarme las ganas de estar con él de una manera menos decente, los músculos de sus bíceps me hacen tragar saliva duro y ver a otro lado.

Lo necesito a él.

- Estás actuando rara - suelta mi muñeca para tomar mi mentón - ¿qué película vieron?, ¿una de miedo?

- No - mi respiración es irregular - vimos...

Sus labios son una tentación.

- Vieron...

- Las 50 sombras de Grey - respondo embelesada por su olor tan masculino.

Su sonrisa deslumbra en la oscuridad.

- ¿Ah, si? - se acerca más a mi poniéndome peor que antes - eso explica muchísimo.

- ¿Estás enojado? - levanto un poco mi cabeza para verlo.

- Me siento decepcionado por no ver tus expresiones a la hora de las escenas candentes - sus nudillos rozan la orilla de mi pecho izquierdo - pero me doy por bien servido al verte así.

- ¿Así cómo? - lamo mis labios.

Me encierra más entre la pared y su cuerpo.

- Así de excitada - su respiración chocando contra mi oreja me hace tomar su camisa con fuerza.

- Te necesito - sonrío por, al fin, identificar lo que mi cuerpo y corazón piden.

Y termina por volverme loca.

Su mano sube desde mi pecho hasta mi cuello mientras me roba el aliento con este beso ardiente, mis manos se enredan en su cabello y lo atraigo más a mi para disfrutar de este momento tan caliente; nuestras lenguas se acarician con fervor, mi mente ya no me controla, me desconecto totalmente cuando su mano libre baja desde mi cintura hasta mi trasero.

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