38. Distracción

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Su compañía lo mejora todo, desde que despierto y lo veo sé que mi día a empezado con lo mejor, ambos vamos a la mitad de nuestros platillos en este lugar tan rústico y familiar, una ambiente que no creí que fuera su estilo; me lo imaginaba más en un restaurante lleno de lujos, pisos brillantes y todas esas cosas, pero no y eso me gusta más.

Una nueva duda se asoma por mi mente.

- ¿Puedo preguntarte algo? - saboreo lo dulce de la fruta.

- Ya se me hacia raro que no estuviera tu curiosidad activada - ríe tomando un poco de su jugo - ¿qué quieres saber?

Dudo al hacerla pero de verdad quiero saber.

- ¿Cuándo fue tu primera vez? - bajo mi mirada a la poca ensalada que quedan en mi plato cuando duda.

- Tenía once años, George nunca fue un buen padre - dice seriamente mientras me ve - la chica quizá tenía unos catorce y sabía muy bien que hacer.

- ¿George? - no entiendo que relación tiene su padre con esto.

- Él me obligó a tener sexo, Lesa - dejo de masticar cuando dice eso y tomo un sorbo de mi jugo intentando pasar el bocado - desde entonces empecé a ser parte de su mafia, hasta que me cansé y el abuelo me dio el control del CESE.

Sabía que no me gustaría.

Vuelvo a sentir a Dololi, aún así, me siento saciada con esta nueva información, al menos por ahora; me cuesta imaginarme a Dierik con un sin fin de mujeres, me siento... celosa. Termino mi comida y saco la pastilla que me dio, me la tomo bajo su mirada tan atenta a mi, cuando vuelvo a dejar el vaso vacío en la mesa él pide la cuenta.

Decido cambiar el tema.

- ¿Venías muy seguido aquí? - observo el lugar nuevamente.

- Venía todos los sábados con mi madre cuando era un niño - explica pagando.

Hoy es sábado.

- Es muy bonito - asiento sintiéndome honrada por estar aquí.

- Me parecía aburrido después, cuando venía solo - también ve a nuestro alrededor - hasta hoy, que me acompañas.

Una risa nos llama la atención.

- Qué lindos, casi parecen una pareja, pero ya se sabe que solo te gusta llevarlas a la cama.

- Mariana - Dierik frunce el ceño - ¿qué haces aquí?

- Desayuno con amigas - se encoge de hombros y sé que miente, no hay nadie aquí más que nosotros - hola, Alesara.

- Hola - sonrío y me pongo de pie al igual que Dierik.

Me siento incómoda y enojada.

- ¿Podemos hablar? - Mariana lo observa a él de manera significativa.

- Iré afuera - digo prefiriendo irme a que me echen.

Comienzo a caminar hasta que me jalan.

- No vayas lejos - me advierte tomándome de la cintura - prometo que no tardaré.

- Die - lo llama la mujer espectadora de nuestra cercanía.

Besa dulcemente mis labios.

Cuando afloja su agarre en mi, empiezo a caminar otra vez hacia la salida, sigo disgustada pero me siento un poco feliz por su acción que hizo frente a ella, al salir a la calle espero ahí viendo que todos van en su mundo. ¿De qué querría hablar Mariana con Dierik?, ¿por qué quería que yo me fuera?, mi celular vibra y veo un video de un número desconocido, iba a verlo hasta que alguien carraspea.

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