14. Como mi hermano mayor

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Abro los ojos con un poco de dificultad y me doy cuenta que estoy siendo totalmente aplastada por unos músculos, pero no me importa.

El chico que tengo aplastándome huele extremadamente bien y recuerdos de la anterior noche vuelven a mi cabeza.

Levi ni siquiera nos sacó del cuarto de baño. Se sentó en la tapa del inodoro y me encargué de moverme encima de él mientras besaba mi cuello. No me quité la parte de arriba, aunque lo intentó.

Tengo un brazo suyo en mi cabeza y una de sus piernas encima de las mías. Me muevo un poco para ponerme más cómoda y él se remueve.

— Perdona —murmura con voz ronca, quitando su brazo de mi cabeza.

— No por favor, continúa. Me gusta ser aplastada por tus músculos —admito.

Una risa ronca hace que me estremezca y él me atrae hacia su pecho, poniendo su brazo esta vez alrededor de mi cintura.

— Connor no ha vuelto —murmuro.

— Y agradezco que no lo haya hecho.

Aún estoy asimilando que tengo a mi crush desde que era una niña rodeándome con su fuerte brazo. No quiero pensar más allá, pero lo hago y voy a preguntar, por supuesto.

— ¿Puedo saber por qué te alejaste de mí cuando me viste las bragas subiendo al árbol?

Una risa se escapa de entre sus labios.

— ¿Crees que me alejé porque te vi las bragas, pequeña Paris?

— Bueno, ya has admito que te alejaste. Me gustaría saber el motivo para entender este acercamiento.

Levi suspira pesadamente y yo sigo con mi rostro casi escondido en su pecho. No quiero mirarlo porque no sé cómo voy a reaccionar a lo que tiene que decir.

— Me di cuenta que ya no eras una niña y que no podía tratarte como tal.

— No te entiendo —me separo de él y me incorporo, apoyándome en el colchón con mi codo para poder mirarlo.

— Tenía las hormonas revueltas, eso es todo. No podía ser tu amigo.

Lo miro con la boca abierta, literalmente. Quizás con una mueca de asco y desagrado. ¿Me está tomando el pelo?

— ¿Quieres que te meta el pie en la boca, Levi?

Él suelta una sonora carcajada.

— No sabía que eras fetichista, Paris, pero si quieres que lama tu pie, solo pídemelo.

— Eres idiota.

— Me lo han dicho mucho —sonríe de lado—. Lo de ayer estuvo bien, aunque no pude probarte —sus dedos viajan a mis labios e intento morderlos haciendo que él sonría— Sé que estás enamorada de mí desde que eras una niña.

Tierra trágame y escúpeme en Alaska.

Me quedo tan sorprendida por lo que ha dicho que no puedo decir ni una palabra. Aunque quizás estoy más avergonzada que sorprendida.

— ¿Eso crees?

— No lo creo, lo sé.

— Yo nunca me he tocado pensando en ti.

Miento como una bellaca y me levanto de la cama para ir al cuarto de baño. Levi ha protagonizado algún que otro sueño húmedo, pero eso no va a saberlo nunca.

— Vamos, Paris, temblabas como un flan cuando me acercaba.

— Intenta no seguirme al baño esta vez —le hago una seña y me encierro en el cuarto de baño para darme una ducha de agua fría y que se me baje la rojez que tengo en mis mejillas.

VERSUSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora