13; Vendetta

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Leo atentamente los apuntes que tengo en las hojas sueltas y miro mi ordenador donde un Word está abierto. Casi he terminado. He tenido varios días para poder adelantar algunos trabajos y ahora que no hay peligro de muerte inminente, he decidido salir de la cama y seguir con mi vida. 

Está nevando fuera y miro por el ventanal con una mueca en mis labios. Odiaba el invierno. Llevo muy mal no poder salir y sentir el calor del sol sobre mi rostro. Me gusta ver la hierba, escuchar a los pájaros cantar y mirar al cielo claro sin sentir el frío sobre mi cara. Lo peor es que aún nos quedan unos cuantos meses de invierno y yo quiero que sea verano para volver a casa y alejarme de personas que no me hacen ningún bien.

Khalid suena en mis oídos y con los auriculares puestos evito que la gente me hable. Le he comunicado a Eric mi decisión de no ir a los entrenamientos y él, muy a su pesar, ha aceptado a no ir tampoco. Después de tres años yendo a cada entrenamiento, me resulta raro estar en casa o en la biblioteca mientras los chicos entrenan.

Levanto mi vista y veo a Ethan Hall con su pelo peinado hacia atrás y una sonrisa en su rostro. Se sienta frente a mí y ladeo mi cabeza cuando veo que lleva un ramo de flores.

Sus labios se mueven pero no lo escucho. Muy a mi pesar, tiro de los auriculares y los dejo encima del portátil.

— Hola —dice—. ¿Cómo estás?

— Bien, ¿y tú?

— Bien —mira hacia el ramo de flores—. Esto es para ti —estira su brazo y me pone el ramo cerca—. Lo hemos comprado entre todos los del equipo. Te echamos de menos por allí.

Estiro un poco mi brazo y cojo el ramo. Hortensias, moradas y blancas.

— Gracias —las huelo—. No teníais por qué hacerlo.

— Claro que sí. Eres nuestra mejor animadora.

— Ya... —murmuro y dejo las flores a un lado.

— Es una pena que el entrenador no quiera público.

— Sus razones tendrá —me encojo de hombros.

— Nos asustamos cuando no despertabas. Te diste un buen golpe con el banco.

Ambos nos quedamos callados y cierro la pantalla de mi portátil para verlo mirando a sus manos. Tiene que decirme algo y no sabe cómo hacerlo.

— ¿Qué quieres decirme?

— ¿Qué te ha pasado con Heidi? Tus cosas no están en la habitación.

— Elsa me ha hecho el favor de dormir ahí para que tu novia no me envenene. Ha sido todo un detalle.

— ¿Envenene?

— Sí. Hemos tenido una fuerte discusión.

— Heidi te quiere, eres su amiga.

— En tus sueños, Ethan Hall —me río—. Ella ha dejado de ser falsa conmigo y me he dado cuenta que no es quién es.

— Si no me explicas qué ha pasado, no puedo entenderte.

— ¿Qué tal el plan en la cabaña? — Cambio de tema y Ethan niega con la cabeza.

— No vamos a ir. Su abuela está en el hospital y va a ir a verla este fin de semana.

Alzo una de mis cejas y Ethan carraspea porque no hablo, solo lo miro, seria. Es hora de decírselo.

— ¿Te han devuelto el dinero? —Pregunto.

— No todo —hace una mueca.

— Ethan —empiezo. Aunque estoy llena de ira, sé que tengo que decírselo con cuidado. O quizás puedo decirle que creo que Heidi tiene a alguien más y que él investigue por su cuenta.

VERSUSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora