Epílogo

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Saco a Aurora del coche mientras Ethan saca su bolsa y la cojo en peso. Estamos en el parking del estadio de los Philadelphia Eagles porque Ethan juega dentro de unas horas y es el penúltimo partido antes de la Superbowl.

Han pasado cuatro años. Cuatro largos años en los que me di cuenta de que ser madre era difícil pero que podía manejarlo y Ethan… Bueno, él es un buen padre y yo ya sabía que iba a serlo.

Ethan sigue en los Patriots y nuestra vida va mejor que hace tres años allí.

Adaptarnos al lugar nos costó un poco, sobre todo a mí, porque intenté ocultar que estaba embarazada para que me dieran trabajo pero fue un poco imposible cuando empecé a ponerme gorda como una pelota. Así que, esperé a que Aurora naciera para volver a buscar.

Ser la novia de Ethan Hall me ayudó bastante, llevo tres años fija en una empresa como Asesora social de Recursos Humanos. Somos una gran familia feliz que discute por quién ha dejado las luces encendidas o el por qué a Ethan siempre se le olvida de darle al botón de inicio cuando va a poner la lavadora. Hemos crecido como personas y estoy orgullosa de que hayamos sido capaces de superar la convivencia juntos y el tener un bebé.

—     ¿Puedes con Aurora?

—     Sí.

Ella va vestida con su pequeña camiseta de los Patriots al igual que yo y con el nombre de Ethan detrás y el número 26. ¿Acostumbrarse a esto? Tampoco fue fácil pero podemos coordinar todo los dos juntos.

Bajo a Aurora para que vaya caminando y tengo que soltar su mano porque quiere correr. No hay peligro ahora porque estamos entrando en el estadio y Ethan coge mi mano.

—     Estaréis en un buen sitio —me dice.

—     ¿Estás nervioso? —Lo miro y me agarro a su brazo.

—     No —me mira y después vuelve su vista al frente haciendo que yo sonría.

—     Es normal estar nervioso y sé que lo estás.

—     Estoy cagado de miedo —me susurra haciendo que suelte una carcajada—. Aurora, cariño, ven —le dice Ethan mientras nuestra hija corre por todo el pasillo intentando esquivar a la gente.

Tiene un pelo rubio y ondulado precioso y unos ojos marrones que derriten a cualquiera. A su padre en especial. Ethan suelta mi mano para correr detrás de Aurora y la coge en peso haciendo que ella se ría porque ha intentado esquivarlo. Le ha costado empezar a hablar, pero ahora que sabe, no calla ni debajo de agua.

Ethan me espera y llego a su lado.

—     ¿Vamos a estar delante del todo? —Pregunta Aurora.

—     En el mejor sitio que hay —le responde Ethan.

Ella se agarra a su cuello y lo sigo hasta que llegamos donde Kat se encuentra.

—     Cada día que pasa estás más grande, Aurora —le hace cosquillas en la barriga y ella le saca la lengua—. Yo me encargo de ellas, Ethan, ve al vestuario.

—     A sus órdenes —Pone a Aurora en el suelo después de besar su mejilla y después me da un beso en los labios.

—     Suerte —le digo.

—     ¡Adiós, papá! —Aurora se despide con la mano y él se va con una sonrisa enorme en su rostro.

—     ¿Vamos? —Kat me señala el camino y cojo la mano de Aurora para dirigirnos a nuestros asientos.

Nunca hemos tenido ningún problema con ningún fotógrafo o ningún fan, al contrario. Lo mejor es que Ethan ya no es el novato, va creciendo dentro del fútbol y estoy feliz de estar viéndolo.

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