5; Chantaje

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Me siento en las gradas de aquella universidad que desconozco y Heidi se sienta a mi lado. Me siento mal por tener que animar al equipo rival pero a Heidi no parece importarle. Y bueno, yo no voy a celebrar la victoria si ganan, aunque supongo que tengo que parecer una novia orgullosa.

Recordar la mirada de los chicos siempre me hace sentir culpable.
No he hablado con él porque lo he estado esquivando. No quiero que me pregunte sobre mi relación con Dave porque tampoco sé qué decirle. ¿Cómo lo he conocido? ¿Cuándo ha empezado nuestra relación? Y la pregunta más importante ¿Por qué Dave?

Heidi se levanta y aplaude cuando el equipo sale y la miro arrugando la nariz. Ella saluda a su chico y este la saluda de vuelta.

— ¡Anímate! —Dice Heidi dándome en el hombro.

— No eres fiel a tu equipo, me decepcionas —digo lo suficientemente alto para que ella se entere.

— ¿Fiel? Te lo tomas muy apecho.

— No quiero seguir con esto —me levanto—. Apáñatelas como puedas.

Heidi coge mi brazo y tira de mí para que vuelva a sentarme. Luce enfadada y la verdad es que me da igual. Ella no puede mandarme.

— No puedes hacer eso, Ethan lo descubrirá.

— Me da igual, es tu vida, manéjala como quieras. No quiero seguir siendo parte de esto, no creo que...

— Le diré a Connor que estuviste vendiendo marihuana el primer año de universidad.

Vale, ahora todo cambia. Heidi no puede decidir sobre mi vida, pero sí puede chantajearme.

Había estado vendiendo marihuana el primer año de universidad cuando conocí a un chico que lo hacía y le dije que podría conseguir más clientes si era su socia.

Necesitaba algo de dinero y eso me lo dio. Solo lo sabía Heidi porque un día me pilló con las manos en la masa. Que Connor se enterase era entrar en una guerra de responsabilidad y antidrogas con él y con mi madre, no tengo esa necesidad. Vender marihuana fue una mala decisión, pero no puedo arreglarlo ahora.

— No puedes hacer eso —le digo.

— Claro que puedo, aguanta un tiempo. De todos modos, no tienes nada más importante que hacer. No tienes novio, ni a ningún chico interesado por ti.

— ¿Puedo acostarme también con él? —Le pregunto alzando mis cejas— Somos novios. Se supone que eso es lo que hacen las parejas, ¿no?

— No me jodas, Paris —gruñe—. Dedícate a fingir delante de Ethan y ya está.

— Ethan no se merece esto.

— ¿Tú vas a venir a darme consejos? —Se ríe— Gracioso. Ethan es mi novio y lo seguirá siendo. Y ahora, disfruta del partido —sonríe.

Me quedo completamente congelada en el asiento porque no conocía esta parte de Heidi. La rubia vuelve a animar al equipo mientras yo sigo intentando asimilar lo que me ha dicho.

Me levanto y paso por delante de la gente decidida a marcharme de allí, no tengo por qué estar allí viendo al equipo rival ganar. No tengo por qué soportar la mirada de desconcierto de Connor y tampoco tengo que aguantar a Dave cuando no es nada mío, solo mi falso novio.

Camino a la parada del autobús más cercana con las manos metidas en los bolsillos de mi chaqueta y me quedo allí, sola, porque todo el mundo está en el partido.

El autobús tarda veinte minutos en llegar y me monto, sentándome en uno de los asientos de atrás. Apenas hay mucha gente por lo que miro por la ventana y saco los auriculares del bolso. Siempre los llevo, vaya a donde vaya, mis auriculares me acompañan para ambientar mi vida.

VERSUSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora