14; El entrenador

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Mal, mal, mal. Todo mal. Era un completo desastre. Mi plan había salido a la perfección, pero no había pensado en el hecho de que Ethan se molestaría conmigo.

El lunes no había aparecido por la Universidad y estoy comiéndome las uñas porque hoy tampoco lo veo. Estoy en el edificio donde tiene sus clases y me paseo por ellos intentando buscar al capitán del equipo.

Eric ha estado con la boca abierta un rato cuando le he contado mi escapada a una fiesta del equipo de Indiana y me ha mirado con asombro y desaprobación.

"Quizás esa no era la manera Paris"

¿Y cuál era la maldita manera? Connor también me ha dicho lo mismo pero ninguno me ha iluminado con algo distinto.

En ese momento, solo había pensado en Heidi. En cómo de mal y humillada se sentiría. Quería verla llorar y arrastrarse y lo había hecho.

Suspiro pesadamente y me paro en medio del pasillo cuando se queda casi vacío. No está.

Salgo del edificio, rindiéndome y me cubro mejor con la bufanda. No hace un buen día. El cielo está nublado, hace frío y el suelo resbala por el hielo, así que, tengo que ir con mucho cuidado.

Sabía que a Ethan le iba a doler, por supuesto. De esa manera y de otra.

— Hola, capitán —escucho un ronroneo y miro hacia mi derecha, parándome en seco.

Un chico con un chaquetón azul, un gorro gris y una maleta colgada a su hombro, asiente con la cabeza al saludo de esa chica y sigue su camino.

Me apresuro a él y me resbalo por el camino.

— ¡Ethan! —Lo llamo.

Él echa un vistazo hacia atrás y sigue andando. Me apresuro hasta llegar a él y agarro su brazo. Por fin, veo bien su cara. No se alegra de verme. Mi corazón late nervioso porque me intimida, ahora no sé qué decir.

— Hola —lo saludo con la respiración agitada por la pequeña carrera.

Sus cejas espesan se alzan y se suelta de mi agarre para seguir su camino. Gruño y me apresuro de nuevo para agarrarlo y girarlo.

— Por favor, Ethan —jadeo—. Estaba preocupada.

— ¿Preocupada? ¿En serio? ¿No estabas preocupada cuando Heidi estaba engañándome pero sí ahora? —Bufa y se da la vuelta.

— Lo siento —vuelvo a poner la mano sobre su brazo—. No sabía cómo decírtelo. Nunca he apoyado lo que hizo Heidi, pero no era de mi incumbencia meterme.

Ethan se gira y sus ojos marrones se posan en los míos. Odio, ira, decepción.

— ¿Y cuándo fue el momento de decírmelo? ¿Cuándo Heidi te humilló?

— Ehh —parpadeo un par de veces—. Sí. Exactamente en ese momento. ¿Cómo lo...?

— Porque fui a tu casa a ver cómo estabas y Elsa me lo contó.

— No éramos amigos —digo lentamente—. No tenía por qué decírtelo.

— No lo estás arreglando. Piérdete, Paris.

Ethan mete las manos en sus bolsillos y sigue caminando.

— ¡Te comportas como si fuéramos íntimos amigos cuando empezaste a interesarte por mí al aparecer Dave! —alzo la voz pero él ni se inmuta. Sigue hacía delante hasta entrar en el edificio.

Para Ethan siempre he sido la hermana de su mejor amigo. Un saludo por aquí, una sonrisa por allá, compartimos sofá con Heidi para cenar o ver una peli y poco más.

VERSUSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora