38. Colts.

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Eric se pone a mi lado y me quita la lata de refresco para llevarla a sus labios y beber. Último año de Universidad y nada ha cambiado por aquí. Me siento la misma chica torpe y miope de siempre.

Y Eric... Creo que se siente más guapo porque ha estado yendo al gimnasio este verano. Sus músculos están un poco más definidos y ha estado hablándome durante la primera hora de clase de los batidos energéticos que toma y que yo, persona sedentaria, debería tomar.

Mientras hago deporte, claro.

El deporte me da pereza. Muchas veces he intentado ponerme en forma. Fortalecer los brazos y las piernas, quitar esa grasa acumulada en mi vientre y ponerme el culo duro, pero al cabo de una semana me rindo.

Todo era más importante que el ejercicio: estar tumbada en la cama, comer, beber cerveza... E incluso estudiar.

— Deberías apuntarte, en serio, te sentirías más ágil. Como una gacela.

— No sé si quiero ser una gacela.

— Podrías pedirle al entrenador que te deje correr con los chicos, así te animarías.

— Sí que me animaría, sí —le quito la lata y la llevo a mis labios. Le doy el último trago y la tiro a la papelera más cercana.

— ¿Vamos al entrenamiento?

— Eso es.

— Una pena que no veamos a Ethan y Connor ya.

— Puede que haya llegado un culo mejor, quién sabe —sonrío y me encojo de hombros.

— No sé qué haría sin ti.

Ambos caminamos hacia el campo. Ya empieza a hacer frío y no tardarán en entrenar en el nuevo polideportivo que han hecho para no tener que cancelar algún entrenamiento por nieve o lluvia.

Subo los escalones de las gradas y acoplo mi culo en el asiento. Eric se sienta a mi lado y vemos a los chicos correr alrededor del campo.

— Aún quedan muchos veteranos —observo.

— Sí, pero hay carne fresca. Ponte las gafas, por favor y ve el culito de estos monumentos nuevos.

Abro el bolso y saco las gafas para ver con total nitidez. Sonrío de lado y Eric me da un pequeño codazo con una sonrisa traviesa. Los dos lo hemos visto, ese chico rubio.

— Estamos mirándole el culo a un menor —murmura Eric.

— No es menor —me río—. Michael nos está mirando.

Mi amigo dirige su vista al entrenador y este les grita a los chicos que sigan corriendo para dirigirse hacia nosotros.

— Nos va a echar —Eric lleva una barrita energética a su boca y la muerde.

— ¿Tú crees?

— Sí, aunque está sonriendo. A lo mejor ha encontrado a una chica que lo hace feliz.

— Puede —me encojo de hombros y el entrenador se apoya en la valla con una sonrisa en sus labios.

Sigue igual de guapo. Los años le sientan bien, aunque no es tan viejo, ni siquiera llega a los cuarenta. Su mechón de pelo blanco le da un aire diferente y las arrugas que se le forman cuando sonríe, enamora.

Él enamora.

— ¿Qué tal las vacaciones chicos? —Pregunta.

— Cortas —respondo.

— Muy cortas —dice Eric.

— Me alegro que hayan cogido a Ethan en el draft, se lo merecía. Lo llamé para felicitarlo. ¿Cómo está?

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