Espero fuera del cuarto de baño con mis ojos entrecerrados y la ropa en mis manos. Por suerte o por desgracia, he pillado a Ethan metido dentro, y el castaño tarda una su vida y la mía en estar preparado para enfrentar el día antes del nuevo año.
Apoyo mi cabeza en la puerta blanca de madera y jadeo en voz baja porque quiero dormir un poco más pero con mamá es completamente imposible. Ha mandado a Connor y a Ethan a comprar y tenían que ser supervisados por una mujer porque "los chicos no saben comprar".
Connor no me necesita para ir a comprar preservativos, por ejemplo.La puerta se abre y caigo hacia delante solo unos centímetros. Mi cabeza da con algo duro y me incorporo para mirar a Ethan. Tan guapo como siempre.
— ¿Algún día te veré despeinado? —Pregunto.
Su sonrisa se ensancha e intenta poner mi pelo desordenado bien. No lo consigue porque es un auténtico desastre.
— Puede que algún día me veas. Tienes verde aquí —lo miro con un ojo entrecerrado y veo que señala mi ceja.
— Sí, bueno, ya se me quitará —me echo a un lado y lo dejo pasar—. Recuérdame que me levante antes que tú la próxima vez.
Cierro la puerta y echo el seguro. Dejo la ropa a un lado y abro el grifo para nivelar el agua. Me desvisto y no tardo en estar dentro de la ducha. Mis músculos se relajan más —si es eso posible—, y me da pereza hasta levantar los brazos para lavarme el pelo. Una vez que salgo y me seco el pelo, me visto y vuelvo a examinar mi cara por si queda algún rastro de pintura verde.
Llaman a la puerta y Nathan grita que es hora de que salga antes de que se haga pis encima. Abro la puerta y él me empuja para entrar. Salgo y después de guardar el pijama, bajo a la cocina donde Connor, Ethan y Wendy están desayunando.
— ¿Y mamá? —Le pregunto.
— Ha tenido que ir a trabajar.
— Me estás tomando el pelo.
— No. Así que tendremos que ir todos a comprar.
Todos, quería decir a la pandilla de niños y nosotros. Me quedo mirando el frigorífico hasta que me giro y los miro.
— ¿Por qué no vais los dos juntitos? Yo me quedaré a cuidar de la pandilla.
— Mamá me recalcó que quería que fueras tú. Dice que sabes lo que hay que comprar.
— Y tú también, solo tienes que leer una lista, Connor, no es tan difícil.
— Pero quería que fueras tú.
— ¿Y voy a cargar con todas las bolsas yo sola? —Saco la leche y la pongo en la isla de la cocina.
— Un día me dijiste que no necesitabas a un hombre para nada —dice con una sonrisilla en su rostro. Ojalá poder quitársela de un puñetazo.
— Y yo recuerdo que un día mamá contó que te caíste de la cuna —pongo mis manos en la isla de la cocina negándome a ir sin él.
Si yo voy, él también. Todos somos uno.
— Puedo acompañarte —Ethan interrumpe nuestra pequeña disputa y ambos lo miramos—. Así no tendrás que cargar sola con las bolsas y tu hermano se quedará a cuidar de los demás —muerde su tostada y miro a Connor, que asiente satisfecho.
Connor se va porque Wendy lo llama desde el salón y me quedo en la cocina desayunando con Ethan. La verdad es que no lo esperaba.
Donald ha tenido que dormir en la habitación de las princesas para que Ethan pudiera ocupar su cama. A pesar de que el castaño le había dicho que él dormía en el colchón inflable, mamá se había negado rotundamente. Donald es pequeño y se amolda mejor al colchón que Ethan.
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VERSUS
Teen FictionTu paso por la Universidad siempre marca un punto importante en tu vida. Hacer nuevos amigos, ir a fiestas, quedarse dormida en clase, animar al equipo en los partidos de fútbol y conocer demasiado bien al amante de tu amiga. Paris Duch no se imagi...