Capítulo 40

137 10 0
                                    

Alexa

Mis uñas golpeaban rítmicamente la mesa mientras esperaba que la máquina de hacer palomitas preparara dos raciones. Me agaché para tomar dos Coca-Colas y al levantarme me di cuenta de que una de las raciones había desparecido.

¿Es que ahora sufría perdida de memoria a corto plazo?

-¿Qué celebramos hoy?

Al girarme abruptamente por el susto, me encontré con la imagen de Nate comiéndose mis palomitas con mantequilla. Vestía de forma casual y parecía tener más energía de lo habitual, cosa extraña puesto que siempre que venía era en la madrugada y con apariencia desgastada.

-No te comas mis palomitas- Solté cuando se llevó otro puñado a la boca.

-Yo también te he echado de menos. No, no te preocupes, estoy bien y sí, ya me he recuperado totalmente de ese veneno. ¿Qué si me han quedado secuelas? Para nada, aunque era de esperar con lo fuerte, guapo y...

-Vale, lo pillo. Cállate ya.

-La viva imagen de la amabilidad- Se burló.

Decidí ignorar su comentario y me estiré para quitarle mis palomitas, pero fallé cuando vio mis intenciones y se apartó. Volvió a llevarse otro puñado a la boca.

-¿Qué vamos a hacer hoy?- Preguntó inocentemente.

-Tú no sé, pero yo voy a ver un partido.

-Imagino que de los Bulls- Dijo con una media sonrisa tras observar mi camiseta.

-¿Algún problema con ellos o mi camiseta?

-Ninguno -Volvió a llenarse la boca con una amplia sonrisa.

-¿Qué te hace tanta gracia?

-Que siendo tan enana tu deporte favorito sea el baloncesto.

-¿A quién te crees tú que estás llamando enana?- Me arrepentí un poco de hacer la pregunta cuando me di cuenta de que iba descalza, por lo que Nate podía sacarme perfectamente dos cabezas.

Intuyó lo que estaba pensando y se limitó a ensanchar su sonrisa. ¡Pero no era mi culpa! Reconocía que no era una persona excepcionalmente alta, sin embargo, cualquiera que se comparase con alguien que superaba el metro ochenta podía verso relativamente pequeño.

-¡Que dejes de comerte mis palomitas!- Me alteré cuando vi que ya iba por la mitad.

-Tienes una máquina para hacerte más justo detrás.

-Pues me las vas a hacer tú.

-¿Eso significa que estoy invitado?

-No- Le quité mis palomitas y me dirigí a la sala de cine a esperar a mi hermano.

Siempre veíamos los partidos juntos aunque no fuéramos del mismo equipo, eso en realidad lo hacía más entretenido. En momentos como este me alegraba de ser asquerosamente rica y poder ver a mi equipo favorito en una pantalla gigante.

-No creo, esta temporada están decayendo.

-Con ese entrenador no me extraña...

Miré extrañada hacia Luka que venía hablando tranquilamente con Nate. ¿Desde cuándo se llevaban bien?

-¿Qué hacéis?- Nunca me había sentido tan fuera de contexto.

Ambos estaban tan centrados en su conversación que ni me escucharon. Nate se sentó junto a mí en la butaca doble y mi hermano a su otro lado en una butaca aparte.

-Tus palomitas- Me las tendió sin siquiera mirarme y siguió hablando con mi hermano.

El partido comenzó y ellos se la pasaron metiéndose conmigo puesto que estaban con el equipo rival, cosa que estoy segura que fue solo para molestarme. En realidad, se podría decir que fue uno de los pocos días que recuerdo con nostalgia.

Las Reinas de la MafiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora