Capítulo 44

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Irina

Me encontraba extasiada, gozosa, feliz... muy, muy feliz. Ni en los veinte minutos que llevaba tumbada mirando a Kaden se me había borrado la sonrisa, simplemente no podía parar de sentirme así.

Podría catalogar la noche anterior como una de las mejores de mi vida. El ambiente, la complicidad, la conexión, su forma tan delicada de tratarme... Si pudiera repetiría aquella noche por el resto de mi vida.

Esta era la primera vez que me despertaba antes que Kaden, por lo que aproveché la oportunidad para observarlo. Dormido podía prestar más atención a los detalles de su rostro sin parecer una lunática, me encantaban sus lunares, le daban un toque aniñado a su rostro. Se veía adorable y sonreí al pensar en la mirada de asco que me pondría si le dijera eso en voz alta. Presté más atención a los tatuajes que cubrían su piel, estaban perfectamente diseñados pero no me transmitían nada, parecían dibujos elegidos al azar.

Inconscientemente rocé con el dedo la silueta de uno que bajaba por su pecho. Me arrepentí al instante, ya que ese leve contacto hizo que Kaden se despertara. Adiós a mi oportunidad. Me alejé un poco disimulando lo que había estado haciendo y le sonreí cuando me miró, él me devolvió una perezosa sonrisa.

-Que fea estás cuando te despiertas.

Borré la sonrisa al instante. ¿Cómo se atrevía el muy idiota? Me vino tan de sorpresa que no se me ocurrió nada ingenioso que decir, simplemente me quedé con la boca medio abierta, la cual cerré super indignada cuando comenzó a reírse a carcajadas.

-Tenías que haberte visto la cara- Dijo, casi asfixiado, entre risas.

-Te voy a matar- Siseé.

-Oh, vamos. Era broma- Intentó acercarse a mí pero me alejé al instante.

-No se te ocurra tocarme- Mi amenaza le importó una mierda porque me agarró de la cintura y me atrajo hacia él. Por mucho que me rehusé, me atrapó entre sus brazos y comenzó a darme besos por la cara mientras yo, muy digna, me mantenía de brazos cruzados.

-Eres insoportable- Me quejé.

-Y tú preciosa.

Bueno, hasta aquí mi enfado. Qué le iba a hacer, Kaden me conocía demasiado bien. Poco después subimos a la habitación principal, ya que el sol comenzaba a quemarnos.

-Voy a darme una ducha- Me dijo mientras se dirigía al baño.

Yo preferí pedir el desayuno, y en lo que llegaba tomé mi móvil, llevaba sin usarlo desde que volvimos anoche al hotel. Un escalofrío me recorría cuando vi la pantalla, supe en el mismo momento en que vi las doce llamadas perdidas y los cuatro mensajes de voz de Alexa que todo iba mal.

Y fue ese mismo instinto, el que me gritó que no se trataba del desayuno cuando tocaron la puerta. Tres golpes secos que aceleraron mi pulso y me dejaron estática en mi lugar. Y entonces, abrieron la puerta de una patada y apareció ante mi la figura iracunda de mi padre.

-Vaya, cuánto ha cambiado la propiedad Blake, ¿no crees?

No fui capaz de inmutar palabra, me temblaban las manos y solo era capaz de pensar en que Kaden se estaba duchando a varios metros de mi padre.

-Dime, Irina. ¿Vas a decirme por qué estás en Grecia cuando se supone que estás castigada?

-¿De verdad quieres saberlo?- Inquirí.

-Cuidado con tus formas, Irina. Soy tu padre y no pienso...

-Desde cuándo, ¿eh? ¡Desde cuándo eres mi padre!

-¿Sabes los riesgos que tiene cruzar el océano y venir a otro continente, sin avisar a nadie? ¿Es que nos sabes quién eres? ¿A qué perteneces?

-¡Cómo te atreves a preguntarme eso si me lo has estado ocultando toda mi vida!- Exclamé totalmente enfurecida -Todos sabían de la existencia de la Mafia, menos yo...

Las Reinas de la MafiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora