Capítulo 31

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Alexa

El sonido de unos pasos firmes entrando en la habitación me despertaron. No se había molestado en encender la luz y oí como cerró la puerta.

-¿Ahora no puedes vivir sin mí?- Pregunté adormilada, no me moví de mi posición.

-He venido para entregarle unos documentos a Isak, ya sabes, tenemos una jefa muy exigente.

-No soy tu jefa- Murmuré -¿Qué hora es?

-Las cinco de la madrugada.

El colchón se hundió bajo su peso, no me di la vuelta y sentí como la sábana se deslizaba hasta dejar de cubrirme. Su pechó se pegó a mi espalda, dejó su cabeza en el hueco de mi hombro y comenzó a darme besos en el cuello.

-Enana...

-¿Hum?

-Quiero follarte- Me mordí el labio.

Desde que volvimos de Chicago nuestra relación se había basado en tener sexo y trabajar juntos para descifrar la información que conseguimos.

Nate sabía interpretar mi silencio, por lo que me bajó los pantalones del pijama hasta quitármelos. Sus manos se deslizaron lentamente por mis mulos, erizándome la piel. Con sus dedos comenzó a tocar mi clítoris, mientras yo me retorcía de placer bajo su cuerpo. Continuaba repartiendo besos y lamidas a mi cuello mientras introducía dos dedos en mi canal.

Jadeé y me aferré a las sábanas, a la vez que él me penetraba con sus dedos. De un momento a otro, se apartó y se puso de rodillas sobre la cama.

-En cuatro, enana.

No tardé en seguir su orden. Elevé el trasero, dejando la parte superior de mi torso apoyada en la cama. Sus manos fueron directas a mis caderas y de una sola arremetida me embistió con fuerza. De mi boca escapó un fuerte gemido, agaché la cabeza hasta enterrarla en la almohada y que se tragara mis jadeos.

Las habitaciones de la mansión estaban alejadas pero tampoco quería arriesgarme, lo mío con Nate no tenía que saberse.

Siguió embistiéndome, haciendo que nuestros cuerpos chocaran y el sonido resonara en la habitación. Mordí con más fuerza la almohada mientras sentía el placer extenderse, su mano a veces se separaba de mis caderas para nalguearme. El sonido de sus gruñidos aumentaba mi humedad provocando que se adentrase más en mí.

No podía creerme que el engreído follara tan bien.

La sensación no dejaba de volverse más intensa, se centraba en una parte concreta de mi anatomía y sabía lo que eso significaba. En cuestión de minutos, Nate me dio una última y fuerte embestida, y ambos caímos en un arrasador orgasmo.

-Nos vemos en clase, enana- Dijo mientras se subía la bragueta.

-Cierra la puerta- Murmuré antes de que se marchase y volví a dormirme.

****

-Quiero detalles- Exigió Irina a mi lado.

Estábamos caminando por el pasillo del instituto, aún faltaban varios minutos para que tocara el timbre y dieran inicio las clases.

-No hay detalles que dar- Repetí por quinta vez en la mañana.

-¿Os acostasteis?

-Si.

-¿Y eso no te parece un detalle importante?- Inquirió, parecía estar más ilusionada que yo -¿Volverás a hacerlo?

-Es... complicado. Somos...

-¿Follamigos?

-No- Respondía al instante -De amigos nada.

-¿Folla-socios?

Las Reinas de la MafiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora