Capítulo 25

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Alexa

Estiré mi brazo para que Isak me diera el teléfono, con este no podrían rastrear la llamada. El día de ayer me lo pasé estudiando a Abraham Thompson, su actitud, su familia, su vida laboral... Absolutamente todo, por mi bien no podía fallar.

El número ya estaba marcado por lo que solo tuve que hacer la llamada, me acerqué el dispositivo al oído y esperé cinco tonos hasta que aceptaron la llamada.

-Buenos días, Abraham- Saludé con voz jovial.

-¿Quién es? - Preguntó en actitud de desconfianza.

-Mi nombre es Alexa aunque estoy segura de que reconocerás mi apellido. ¿Blake te suena de algo? - Pregunté con malicia, la línea se quedó en silencio por varios segundos.

Esta era una de las partes que más me gustaban, seguida de la lucha. Estos momentos en los que juegas psicológicamente con el enemigo, cuando eres consciente de que temen pero finges no tener ni idea.

-Ya le dije a tu padre que se acabó- Contestó seguro de sus palabras, me reí.

-¿Y crees que por haberle dicho eso se va a acabar? - Me burlé -No querido, esto se acaba con una orden de mi padre o con tu muerte- Esta vez mi voz sonó dura y fría -Y dado que ninguna de esas opciones ha ocurrido, todavía, deberás cumplir tu parte- Enfaticé en el todavía.

-Soy el secretario de la Secretaría de Comercio de los Estados Unidos y no seré el títere de la mafia- Declaró con solemnidad.

-No te olvides que estás donde estás porque nosotros lo decidimos, sin mi organización ahora estarías revolcándote en tu miseria.

-Tú y tu padre podéis lamerme el culo, no sois más que...

-Yo que tú cuidaría mis palabras, no vaya a ser que un día me despierte sin lengua y bañado en mi propia sangre- Dije con voz tranquila e inocente.

-No me dais miedo- Afirmó.

-¿Sabes? Has tenido la suerte de que mi padre me pidió que solucionara esto de forma pacífica pero no estás poniendo de tu parte y yo no soy muy paciente- Ya me estaba aburriendo con esta conversación -Te daré una última oportunidad, tienes una hora para transferir los quince millones que nos debes.

-No pienso hacer nada.

-Que pases una buena mañana- Me despedí -y espero que no sea la última- Añadí, colgué tras decir esas palabras.

-¿Qué ha dicho? - Preguntó Isak cuando le devolví el teléfono.

-No va a darnos el dinero ni a acatar nuestras ordenes.

-¿Cuál es el plan? - Inquirió curioso.

-Matarlo- Contesté.

-¿Tu padre no dijo que lo necesitábamos con vida?

-Dijo que necesitábamos al secretario de nuestra parte y deja ya de hacerme preguntas- Dije molesta, Isak no se callaba nunca -Busca a Zalek y dile que lo espero en el gimnasio.

Estos días iba a estar en acción y desde el atentado no había tenido ninguna misión en la que debiese luchar, necesitaba entrenar si no quería que me patearan el culo. Me había puesto unas mallas y un top deportivo, ambos de color negro, pasé la primera hora calentando y corriendo en la cinta, para cuando terminé me encontraba sudada.

Me tumbé en el suelo acolchado, doble las rodillas y comencé a hacer abdominales. Al cabo de un tiempo comencé a impacientarme.

¿Acaso era tan difícil la orden que le había dado a Isak? Lo único que tenía que hacer era traer a Zalek y aún seguía estando sola en aquel lugar, era posible que Zalek estuviese cumpliendo algún otro encargo pero la paciencia jamás había sido lo mío.

Las Reinas de la MafiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora