Alexa

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Me encontraba en el campo montando un caballo blanco, el viento movía mi pelo largo y negro. Me di la vuelta y a lo lejos podía ver unas siluetas, tenía curiosidad así que me acerque más. Era mi familia. En medio estaba mi madre con su cabello negro como la noche y me miraba con sus ojos grises, unos ojos iguales a los míos. A su derecha estaba mi padre, que la sujetaba por la cintura y la miraba como si fuera el centro de su universo. A su izquierda se encontraba mi hermano, que aunque fuéramos mellizos, él había heredado los ojos azules de mi padre y tenía el pelo negro, como todos en la familia. Entonces sentí algo:

Frío.

Líquido.

¡Agua!

Y una risa

Yo lo mato

-Voy a cortarte los huevos y se los daré de comer a Cerbero- Dije fulminando con la mirada a la aberración que había engendrado mi madre.

-No creo que a nuestro perro le vayan a gustar- dijo con tono de burla el idiota de Luka.

-¿Me puedes explicar por qué me has echado agua encima? Aparte de porque eres un gilipollas- dije incorporándome en la cama y apartando el pelo mojado de mi cara.

-Son las 12 de la mañana y todavía seguías roncando- explicó con su sonrisa de creído.

-Ayer tuvo que hacer una entrega con papá...y dime ¿cómo es que no estás con tu novia?- pregunté cambiando de tema. Al decir eso mi hermano agrando su sonrisa y le brillaron los ojos. Sabía que hoy Kayla había pasado la noche en casa porque mi hermano decidió no ir a la entrega, y él solo dice que no si es por una buena razón.

-La llevé a su casa a eso de las 6- explico mientras se sentaba a mi lado.

-Entiendo- Lo sentía mucha por Luka, Kayla era su primera novia de verdad y se le notaba que la quería, que la quería de verdad. No se merecía lo que su familia le estaba haciendo y Kayla tampoco.

Los Archibald eran personas despiadadas y arrogantes, bueno todos menos Kayla. Sus padres siempre la trataron como si la odiaran aunque no se el motivo en cambio, parecían adorar a su hermana mayor Katherin. Y aunque los Archibald eran nuestros socios no aceptaban la relación de Kayla y Luka.

-¿Qué planes tienes para hoy?- me preguntó cambiando de tema y sacándome de mis pensamientos.

-Leer, entrenar y tal vez una película...- dije las primeras cosas que se me vinieron a la cabeza.

-¡Venga ya! Es el último día de vacaciones, mañana empezaran las clases y tendremos que volver a la rutina- dijo intentando convencerme -¿Vamos! Tu puedes elegir lo que quieras que hagamos, mientras sea fuera de esta casa- añadió al ver que yo no mostraba ningún interés en ir a ninguna parte.

-¿Y por qué quieres pasar el día conmigo?- le pregunté curiosa, mi hermano gozaba de muchos amigos y era muy popular, ya que era el capitán del equipo de fútbol. Todo lo contrario a mí, mi único amigo era mi hermano y solo me relacionaba a la hora de comer con sus amigos.

En realidad, ambos éramos conocidos en el instituto, nos llamaban Los Blake solo que mi hermano era el extrovertido de los dos (cosa que sacó de mi madre) y yo era más distante (cosa que saqué de mi padre).

-Porque quiero pasar el día con mi nita- Eso era un golpe bajo y él lo sabía.

Cuando éramos unos críos él me llamaba nita y yo a él nito, que eran los diminutivos de hermanita y hermanito. Ese apelativo me recordaba a una época feliz y tranquila donde mi hermano lo era todo para mí, desde mi mejor amigo hasta mi protector. Y sigue siendo ambas cosas.

-Está bien, hoy tengo ganas de ir a montar a caballo- dije recordando el sueño que había tenido antes de que el idiota me echara agua encima.

-Me gusta la idea, vístete y nos vemos abajo en 20 minutos- dijo y salió de la habitación.

Me levanté de la cama, fui al baño y me di una ducha. Me vestí con pantalones cortos blancos, una camiseta negra de tirantes con la que se me podía ver el ombligo y unos botines con un poco tacón. Me até una camisa negra y roja de cuadros a la cintura y me dejé el pelo suelto que me llegaba unos centímetros más arriba de la cintura, no me maquillé ya que solo lo hago cuando en fiestas, reuniones o encargos.

Bajé abajo, Luka me estaba esperando en el salón viendo un programa. Al verme apagó la tele, cogió las llaves de su Range Rover y salimos sin despedirnos ya que nuestros padres estaban en una reunión.

****

Luka y yo estábamos dando un paseo sobre sobre nuestros caballos mientras hablábamos de nada en concreto.

-Este año va a ser más difícil- Ya lo sabía.

-Tengo miedo- me sinceré. Este año ambos cumplíamos 18 años, nuestra familia no era como algunas otras. No se decidía el heredero del imperio Blake según la edad o el que naciese primero sino que se elegía al que era mejor opción y tuviera las cualidades necesarias para poder dirigir este negocio.

-No lo tengas estaremos juntos pase lo que pase, además ¿qué es lo peor que puede pasar? ¿qué heredemos un imperio o qué podamos tener una vida normal- dijo y sonreí, él tenía razón en cualquier caso seguiríamos teniéndonos el uno al otro y seríamos felices.

La verdad es que llevo desde los 14 años entrenando para ser una buena mafiosa, no es que me hayan obligado simplemente me gusta y se me da bien. Si al final no me convierto en la heredera del imperio Blake tendría que ser Alexa Blake, y eso era lo que me daba miedo. ¿Y si nunca descubría quién era o que quería? ¿Qué sería de mi?

-Tienes razón- Le dije. No quería contarle mis miedos. No cuando él también debe tener los suyos. -Una carrera hasta la playa- Le reté para cambiar de tema y divertirnos un poco.

Para llegar a la playa había que rodear el acantilado y coger un camino que estaba a la izquierdo si queríamos llegar a caballo. Tardaríamos unos 7 minutos en llegar.

-¿Das la señal tú o yo?- Preguntó con una mirada divertida.

-Yo- respondí -Cuando diga... ¡YA!- y salí corriendo o mejor dicho trotando en dirección al mar.

-¡Tramposa!- Le escuché decir antes de girar a la izquierda  y perderle de vista.

****

Estábamos a la orilla del mar viendo el atardecer, nos habíamos pasado el día en la casa que hay cerca del establo y montando a caballo. Me lo había pasado muy bien, hacía mucho que no estaba tanto tiempo con Luka.

-Te prometo 2 cosas...- dijo, me sorprendió oír su voz porque llevábamos unos 10 minutos sentados en un silencio cómodo.

-¿Cuáles?- le pregunté si apartar la vista del hermoso atardecer.

-La primera, que este será nuestro mejor año y la segunda, que nunca te dejaré- dijo y me quedé sin palabras, solo fui capaz de pasar mis brazos por su cintura y apoyar mi cabeza en su brazo.

-Te quiero- dije y él me pasó su brazo por los hombros.

-Yo también, nita- respondió

-Pero no cumplió ninguna de sus promesas.

Las Reinas de la MafiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora