Capítulo 39

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Irina

Me adentré en la lujosa tienda esperando ahogar mis penas derrochando dinero en ropa. Llevaba recorrida media ciudad, había pasado por todas mis tiendas favoritas como Versace, Prada, Chanel... Y aún no me sentía satisfecha.

Desde que tenía uso de memoria, comprar siempre había sido mi terapia más efectiva. Una buena forma de escape y ahora, sinceramente, necesitaba huir de mis pensamientos sobre Kaden.

-¿Necesita ayuda en algo, señorita?

-Primero, llámeme Irina. Segundo, vengo a gastar dinero así que muéstreme lo mejor que tenga.

El dependiente, vestido con su uniforme formal, me miró con una amplia sonrisa y comenzó a mostrarme todo lo que tenía. Ni siquiera me importaron los horas que llevaba allí dentro, me las pasé eligiendo zapatos, accesorios, perfumes y ropa con la ayuda de Daniel, el dependiente que me había caído genial.

-¿Y no piensas hablar con él?

-Claro que no. ¿Qué explicación puede haber para que durmiera con su ex? Es que ni quiero saberla- Dije mientras me servía más champán y me recostaba en la butaca.

-¿Azul o rojo?- Dijo Daniel mostrándome dos vestidos de tubo con pedrería.

-Amarillo.

-Si lo quieres tanto como dices deberías hablar con él, oír lo que tenga que decir y luego tomar una decisión.

-Eso suena muy maduro, justo lo que yo no soy.

-Pues...

Lo callé cuando solté un chillido contenido.

-Acabo de enamorarme- Afirmé mientras le señalaba un vestido en el catálogo que acababa de coger.

-Tengo que ver si sigue disponible- Dijo tomando su móvil -Es un vestido exclusivo pero aquí pone que queda uno en tienda. Miraré en el almacén.

Cuando Daniel volvió con una cara de disculpa supe que había perdido la oportunidad de tener en mis manos el vestido más bonito que había visto nunca.

-¿Me queda bien, cierto?

Sentí que se me paralizaba el cuerpo cuando oí esa voz y mis sospechas se vieron realidad cuando me giré y me encontré con su mirada. Y eso no fue lo peor. Lo más horrible de todo era que llevaba puesto mi vestido. La tela se ceñía a su cuerpo y el color rojo hacía resaltar su tez blanca y cabello rubio.

Dios. No soportaba que fuera tan perfecta.

-Vaya, vaya, vaya... pero mira a quien tenemos aquí. Irina Collins. ¿No vas a saludarme?

-¿Por qué no nos haces un favor a todos y te lanzas por un puente, Allison?

-Pero mira que graciosa es nuestra pequeña. Cuidado, no vaya a ser que un día tus bromitas te cuesten algunas penas.

-¿Me estás amenazando?- Inquirí.

-Solo era un consejo.

Me puse en pie para empezar a recoger mis cosas. No pensaba quedarme aquí a seguir escuchando sus tonterías. Estaba harta de ella, de Sophia y de todas las personas que se creían con algún derecho para ofenderme.

Entonces sus manos se cerraron alrededor de mis muñecas haciendo que las bolsas se me cayeran por el repentino agarre.

-¿Qué haces?- Espeté molesta.

-Fuera- Esa orden no iba dirigida hacia mí, sino a Daniel y su compañera. Ambos se marcharon de los vestidores dejándonos solas.

-No me toques- Me zafé de su agarre y le dediqué una mirada de rechazo.

Las Reinas de la MafiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora