Alexa
-No sabía que tuvieras tantos conocimientos de medicina.
-Sí, bueno... En realidad sé más de biomedicina- Le respondió su nuera.
-Podrías hacer prácticas aquí al iniciar la carrera- Le propuso Eleanor.
-Pues...
Estaba tan distraída que ni siquiera podía seguir la conversación, mis pensamientos en ese momento estaban anclados a una persona.
-¿Tú qué opinas Alexa? - Me preguntó Eleanor.
Me di la vuelta desconcertada, la mirada de Kayla y la madre de Tayler estaban puestas en mí.
-Alexa ahora está enfadada porque no la hemos dejado quedarse con su amor- Se me adelantó Irina para responder, las otras dos sonrieron intentando contener la risa.
-Yo no estoy enfada y mucho menos tengo un amor- Espeté dejando con un poco más de fuerza la taza sobre la encimera.
-Si... que casi rompas esa taza lo demuestra- Murmuró Irina.
-Lo que me molesta es que esté aquí tomándome un café con vosotras cuando él está así por mi culpa- Exclamé molesta.
-Alexa, no e...- Intentó hablar Kayla.
-Vosotras no lo entendéis. Él me dijo que no hiciéramos nada, fui yo la que decidió atacar e ir tras Strauss.
-Alexa, cariño. Cometiste un error pero eso no significa que fuera tu culpa.
-El dardo era para mí. El lacayo de Strauss me apuntaba a mí cuando Nate se interpuso, salvándome.
Silencio. No supieron que decir y era normal porque en toda la noche no había confesado esa información, supongo que por vergüenza o por culpabilidad.
-¡Doctora! ¡Doctora Sallow! - Irrumpió una enfermera alterada en la sala de descanso.
-¿Qué ocurre, Susan? - preguntó Eleanor.
-Es el paciente que me pidió vigilar...- No terminó de hablar cuando las chicas se pusieron en pie y todas salimos corriendo por la puerta.
-Al principio sólo estaba sudando de más, luego comenzó a soltar quejidos de dolor y de un momento a otro comenzó a gritar- Explicó la enfermera intentando seguirnos el paso.
-¿A gri...? - Irina no pudo terminar su pregunta cuando el aullido desgarrador de Nate llegó a nuestros oídos.
Por el umbral lo vi retorcerse y nada más entrar a la habitación me lancé hasta su posición. Su espalda se arqueaba mientras gritaba, la desesperación me agarró cuando no supe que hacer.
-¿Qué le pasa?- Exclamé cuando llegaron las demás.
-2,5 mg de midazolam ¡Ahora! - Exclamó Eleanor cuando su enfermera se quedó petrificada viendo el estado de Nate.
Kayla rebuscó en una vitrina y sacó un bote con una jeringuilla, se apresuró a tendérselo a Eleanor.
-Gracias- Le agradeció a la morena -Susan ve y avisa de que desocupen esta planta.
-S-Si- Dijo la enfermera novata antes de desaparecer.
-Ayudadme a sujetarlo- Pidió Eleanor.
Entre las tres sujetamos a Nate, y Eleanor comenzó a inyectarle la sustancia en pequeñas cantidades. Pese a que Kayla, Irina y yo estábamos haciendo uso de toda nuestra fuerza nos costaba hacer que Nate se mantuviera inmóvil.
Seguía quejándose por el dolor, su piel estaba resbaladiza por el sudor y aún podía sentir que tenía fiebre. Minutos después, el sedante comenzó a surtir efecto y sus músculos se relajaron. Eleanor apareció de nuevo tras hacerle otro examen.
ESTÁS LEYENDO
Las Reinas de la Mafia
Ficção Adolescente•LAS REINAS DE LA MAFIA: Orígenes de un despiadado amor Estas tres chicas contarán su historia, como pasaron de las fiestas y los juegos a las venganzas, el amor y los engaños. Una muerte las unirá de por vida y descubrirán la verdad que les fue arr...