Capítulo 37

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Nate

-Déjame hablar a mí- Exigió Kaden frente a la puerta.

No le respondí. Si de verdad creía que eso disiparía de alguna forma la furia de Aedus, es que era un completo iluso.

Tras tocar, entramos al despacho de mi tío. Mis ojos fueron directamente a Aedus que estaba de pie junto a su hermano, su mirada también estaba fija en mí. Kaden se dio cuenta de aquel he cho, por lo que decidió hablar primero.

-Puedo explicar cómo se desarrollaron los...

-Diez de nuestros hombres muertos, quince malheridos, el objetivo no ha sido cumplido... ¿Quieres que siga? - Lo interrumpió su padre.

-Asumo toda la responsabilidad- Sentenció Kaden.

-Como nuestro futuro líder es tu deber asumirla. Pero dime, ¿Qué vamos a decirle a los Bouchard? ¿Que no hemos podido hacer una sola cosa que nos han pedido?

-No entiendo ese empeño por los Bouchard- Espetó Kaden con un tinte de desprecio -Fueron nuestros enemigos.

-Y ahora son nuestros aliados- Le exclamó su padre, como si quisiese que entendiera ese hecho de una vez -Aunque no me guste admitirlo, los necesitamos más a ellos que ellos a nosotros.

Esas últimas palabras no parecieron gustarle a Aedus. Era normal, él no era el tipo de persona que admitía necesitar la ayuda de otros y mucho menos, ser inferior a alguien.

-Dos fallos- Sentenció hablando por primera vez desde que llegamos.

Pude presenciar el momento exacto en que todos quedamos paralizados por un momento al escuchar su helada voz.

-He sido benevolente. Fallaste en tu última misión con la melliza Blake, cuando por poco mueres envenenado como un inepto, y has vuelto a fallar ahora.

No aparté la mirada, sus palabras no transmitían ninguna emoción. Mientras todos teníamos la vista clavada en él, Aedus comenzó a moverse con parsimonia hacia la chimenea que estaba encendida por encontrarnos a principios de año.

-Eso me hace pensar que eres débil- Dijo frunciendo ligeramente el ceño -Y yo no he criado a ningún hijo endeble- Afirmó, tomando una vara de hierro apoyada junto a la chimenea.

-Tío, como ya he dicho ha sido un error- Intercedió Kaden -No medimos bien el plan y no tuvimos tiempo de reacción, recuperaremos lo que quieren los Bouchard...

-Yo no admito errores, y tú tampoco deberías hacerlo- Lo último fue dirigido a su hermano.

-Lo que nos pidieron los Bouchard ya está en manos de los alemanes, recuperarlo significa matar a Strauss- Dijo mi tío.

-Lo haré. Lo recuperaré aunque eso signifique la muerte del líder alemán- Aseveré.

-Por supuesto que lo harás- Aedus se giró. La vara ardiendo con un resplandor hiriente anaranjado, casi ofensivo -Pero por ahora, paga las consecuencias de tus errores.

-¡Tío, espera...!

Pero fue tarde. Emití un gruñido contenido cuando el hierro abrasador impactó contra mi piel, dejando un dolor agudo y constante, para luego repetirse una y otra vez en mi pecho.

-Por cada intento por detenerme, tu querido primo se llevará un golpe más- Le advirtió a Kaden que quiso interceder.

La vara volvió a golpear mi pecho. Siete golpes. Quedaban tres para que aquello acabara, mis cuerpo temblaba, mi garganta ardía luchando por dejar contener gritos de dolor, mis ojos escocían intentando retener las lágrimas que revelaban el suplicio al que estaba siendo sometido.

Las Reinas de la MafiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora