Capítulo 27

446 14 0
                                    

Alexa

Abrí la puerta y salí del baño, dejé todo pensamiento y me centré en lo que tenía delante.

-¿Qué haces? - Pregunté cansada.

Las últimas semanas las había pasado investigando el atentado a la gala con la ayuda de Nate e Isak, había pasado tanto tiempo con ambos que temía matarlos en algún momento. Por alguna razón estúpida, ambos eran iguales de insoportables.

Nate se giró hacia mí con una sonrisa angelical, me crucé de brazos y esperé su respuesta con una ceja enarcada.

-Esperar mientras te duchas- Contestó sin más.

-¿Y para eso tienes que rebuscar en mi ropa interior?

-Con algo tendré que entretenerme.

-Nate...

-Enana...

-Agotas mi paciencia- Dije rendida, en este tiempo había comprendido que Nate se lo pasaba en grande irritándome por lo que ignorarlo era mi mejor opción.

-Gracias, para mí siempre es un placer- Imitó una teatral reverencia.

Caminé hacia su lugar y lo eché a un lado, intentando buscar unas bragas que ponerme. Mis acciones se vieron interrumpidas cuando una fina tela roja de encaje se cruzó en mi visión.

-Deberías ponerte estas- dijo con una sonrisa pícara mientras sostenía una de mis tangas.

-Nate- Respiré hondo intentando calmar el creciente enfado -Aparta tus manos de mi ropa interior- Hablé lentamente.

-Bien- Dijo soltando la tela y levantando las manos en signo de paz -Solo era un consejo, enana.

-¿Podrías recordarme por qué no te he matado aún? - Inquirí.

-Porque me necesitas y...- Dijo acercándose a mí, tanto que me vi obligado a retroceder un paso, chocando así con la cómoda -me deseas- Susurró en un suave gruñido.

-¿No será que me deseas tú a mi? - Pregunté intentando calmar los latidos acelerados de mi corazón.

Detestaba que fuera capaz de alterarme con tanta facilidad.

Sus manos rozaron mis muslos y ascendieron acariciando mi piel con las yemas de sus dedos, estremeciéndome al instante. Un escalofrío me recorrió y me erizó la piel.

-Puede ser- Susurró a escasos centímetros de mi rostro, nuestros alientos impactando y entremezclándose por la cercanía.

Tragué grueso, esperaba que me respondiera con sus típicas bromas no que afirmara que me deseaba.

Capturó la tira de mi albornoz entre sus dedos, levanté la mirada encontrándome con sus profundas iris esmeralda. Comprendí la petición en sus ojos, no emití palabra, me limité a relamerme los labios ansiosa.

Anhelaba tener sus manos sobre mi cuerpo, sus labios rozando mi piel y el calor de su cuerpo haciéndome arder en deseo.

De un leve tirón, este se abrió exponiendo mi cuerpo desnudo. No pude evitar que los nervios me hostigaran arrebatándome el aliento por un segundo, la mirada de Nate recorrió todo mi cuerpo, hasta ahora no había estado completamente desnuda frente a él y eso me hizo sentir expuesta.

Sus pupilas, ahora dilatadas, engullían cada centímetro de mi cuerpo como un depredador a su presa.

De un momento a otro, sentí sus labios sobre mi cuello besándolo con lujuria, una mano en mis caderas manteniéndome y otra sobre mi pecho derecho. Sus dedos pellizcaron levemente mi pezón, un gemido ahogado escapó de mis labios.

Las Reinas de la MafiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora