La era.

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De las guerras y los desencuentros estúpidos y absurdos, de pantallas y luces. Ya no son respetables las cruces, el lápiz y el papel están obsoletos. Mueren los minuteros ya no campanean los despertadores y quedan pocos escritores al menos pocos de los verdaderos.

El mundo ya no parece girar ya no siento ese deseo otoñal, ya no caen hojas ya dejamos de soñar, con ese mundo ideal cuando éramos niños de ser adultos y salir a trabajar. Ya no quedan trovadores la radio está en extinción, no se escucha esa canción de protesta y guitarra cruda parece que a los cantores les extirparon la voz. Encierros intermitentes nos retuercen el alma, nos estrujan la mente, caminar por las veredas es sentencia de muerte, parece que a nuestras vidas les han robado la calma, quizás es un castigo pues el karma no miente.

Y pienso estas líneas caminando por la vereda, esquivando mascarillas usadas, embarradas por la tierra. Tragando alquitrán y veneno para ratas, si la epidemia no me mata que lo haga el encierro. Quizás es demencia o solo la clara consciencia, que ya somos menos que de a poco vamos partiendo, el vecino se está muriendo y terminará en una bolsa , así nomás es la cosa apago la colilla en la acera, no queda mas que asumir que la muerte es la dueña de esta era. 

Versos de noche. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora