Armonías.

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La lira suena dulce, como la miel de tus labios, como los ojos que amo y tus cabellos perfectos, no se si sea correcto compararte con esta sonata. Una rosa en mi solapa y mis zapatos de charol se mueven al son de esta extraña cantata.

Suenan los violines, cantan las trompetas en mi cabeza inepta que sabe que nada me hiciste, que el daño que escribiste solo fue de ilusiones y yo le dedico canciones a una dama que no existe.

El silencio ardiente la orquesta quemó, se calma el aura triste ya todo se acabó, solo queda el arpegio de mi vieja guitarra que suena de madrugada me dice en cada cuerda que ya no queda nada, que estoy demente que ya es hora de la cama, que los ruidos son molestos y que mejor abrace la almohada, que no hay labios de miel, que no existe tal dama.

Me entrego a la agonía de la interminable locura, que mi alma impura sigue imaginando melodías, que sueño que los ojos que amo me mirarán algún día y para ese momento ya tengo en mis dedos el rasgueo de todas las armonías.

Versos de noche. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora