Naturaleza muerta.

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Un cuadro en la pared, en el oscuro rincón, pintado con la pasión de un artista dominado por su ser, colores opacos en una hoja de papel, un marco antiguo colgado en el hormigón, reflejando desazón en una amarga taza de té.
Un árbol a medio pintar, hojas en verde degradé, un tronco muerto desde lejos puedo ver, el suelo disparejo en tierra color café, una flor marchita, lo mas bello de esa obra son los pétalos de esa margarita.

Una rosa desdibujada con espinas desarmadas, ¿ya estas lista para ser amada? Pero me acerco y visualizo las espinas ensangrentadas, en que pensó el pintor que pinto a la muerte y le dio vida, vaya que paradoja pasó por su mente, yo no se lo que siente, pero aprecio su obra, a ese paisaje me transporta y el sudor frío recorre mi pecho, al fondo un cielo gris y un sol borroso arriba en el techo, bajo el árbol un mocoso que llora sin motivo aparente, pintado con grafito, su pena se siente.

No estoy listo para cerrar la puerta, mas bien no quiero hacerlo, sigo atrapado en esa estación del museo, nunca sigo las reglas, mejor dicho no las leo, y pueden tratarme de ignorante, de maldito e indecente, yo solo sigo pensando que paso por su mente, cuando toco sus pinceles en esa pobre hoja de papel, quien escogió el marco, no creo que haya sido el, y pensar que ese arte nació de un demente, eso me contó el odioso regente. Finalmente crucé por la puerta hacia la otra estación, tengo el cuadro impregnado como el aroma a menta, vaya que es linda la vida, cuando la pintan muerta. 

Versos de noche. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora