Querido diario.

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He venido a importunarte, en medio de la fría madrugada, la tierra tembló dejando mi alma triturada y me dejó en vela esperando el mediodía, pensando en volver el tiempo, retroceder y vivir esos momentos, como ha cambiado la vida lo perdí todo en un par de años quien lo diría.
Camino entre espíritus ignorantes, carcomidos por una rabia recalcitrante, despojados de su brillo, viviendo con el alma en un hilo y sin motivo alguno siempre enojados.

Perdón por tan violento despertar, por tus hojas usar mientras otros duermen, es que mi cabeza no aprende que la noche es para dormir, y que vivir es para valientes, estoy siendo consecuente con mi forma de sentir, en la oscuridad puedo sonreír por que en la luz yo me apago, no me doy cuenta cuando lo hago los demás me lo vienen a decir.
Retrocedo las paginas y me encuentro con ella, con esa sonrisa bella que mató mi sentir, la que me hizo reír con todas sus mentiras, una historia antigua que sale a relucir, el rencor no va a revivir por que lo apagó la pena, esa pena que vuela y que me dejó sin ganas de vivir.

Escribir no es tan malo, lo malo es hacerlo a esta hora, cuando el gallo llora anunciando la penumbra, el lucero es lo único que alumbra ahí sobre las nubes, esas que cargan mis penas, las que tengo y las que tuve, las que llueven su perfume que aún corre por mis venas.
Te guardo en el armario hasta un próximo desvelo, se me erizan los pelos cuando leo sobre ella, no debí escribirla insulte tus hojas, y es que las letras me despojan de su maldito engaño, mejor cierro tu tapa y te guardo, ya no queda tinta en mis lagrimas al menos por este año, perdóname por insultar tus hojas por favor querido diario.

Versos de noche. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora