Octubre.

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De grises y celestes se pintaba el cielo, hace ya tres años, nada parecía extraño el viento soplaba con vehemencia, viento de la consciencia, del pueblo que perdió la paciencia, de un abuso de treinta años.
La sangre joven saltó las barreras, los trenes se detuvieron, la furia no contuvieron y estallaron en primavera, con cantos de guerra contra el reino recalcitrante, reino que sin respeto le declaró la guerra, a su propio pueblo y a su bandera.

Las piedras tuvieron sentido, volaban con un mensaje, peleando contra el ultraje con furia se defendieron, ojos que no vieron por que fueron reventados, con balas ametrallados por orden de generales.
Era dispareja la contienda, los perros con balas y ellos con piedras, escudos de madera cubriendo los cuerpos, el mandante metió los cuernos y nos quemaron la cabeza.

El cielo está teñido en arreboles anaranjados, por gases contaminados, y sangre sobre las veredas, nadie gana en las guerras todos fuimos asesinados.
Es distinta la vista cuando de sangre se cubre, cuando de rojo se tiñen las cumbres de la hermosa cordillera, en su casa llora la abuela el niño ya se le fue, fusilado por el poder de cerebros bien lavados, los tienen a todos atados esperando el gatillo jalar, saben que los van a matar, piensan en su último deseo, que se haga tu voluntad, el disparo no suena tan fuerte como el grito de ¡dignidad! El verso llega hasta acá ya nada se me ocurre, solo pienso en los que no pueden ver, todas las balas se van a devolver, moriremos y en cada octubre volveremos a nacer

Versos de noche. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora