Seis cuerdas.

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Que importa la madera fina, eso es solo para millonarios, cualquier árbol es bendito si para crearte fue plantado, bendita la mano que forja tu forma de mujer perfecta, que se toma su tiempo para crear tu perfección, por qué mito es que la perfección no existe, trozos de madera unidos con el fin de deleitar oídos tristes, dedos hambrientos de sonidos mágicos, pintar de mil colores un final trágico. 

Acariciarte con la suavidad con la que se acaricia a un hijo que recién llegado al mundo ya te ha escuchado cantar, olerte como se huelen las hojas de un libro nuevo, contemplarte como se contempla al amor, de principio a fin tocarte, horas sentado en el pórtico, cigarro humeante, café caliente, acordes viejos, música para antigüedades, blues de los cincuenta, bolerito que le gusta a la abuela, mirar como la pena vuela, como se la lleva el viento, como la lluvia borra su huella.

Reposa en mi pierna bella mía, como reposaban antes los niños, déjame tocarte con vehemencia, no me pidas clemencia que en cada nota hay pasiones contenidas, déjame hacerle el amor a la música, déjame hacerlo para ella, hacerlo antes que muera, que la canción atraviese el espacio y llegue hasta su estrella, déjame bella disfrutar de tu madera, tus curvas de mujer perfecta. Déjame hacerlo con tus seis cuerdas.  

Versos de noche. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora