Mi ventana.

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Ese pequeño rincón, espacio sagrado donde mi corazón ensangrentado aire sale a tomar, donde la lluvia salgo a mirar en inviernos verdaderos, un espacio certero para las penas poder pasar.
Y te miro a través del cristal, como pasas caminando, mirando el suelo con tus ojos llorando, me provoca un profundo pesar, pero en la vida todo se devuelve, y es el momento que sufras ese malestar.

Y como un rehén de mi dormitorio, siempre callado y encerrado, no hay nada que por ella no haya mirado es el espejo de la vida, cada rostro triste que por la calle camina rostros de una sociedad en ruinas, de divisiones y desencuentros, por eso yo me quedo dentro estas paredes me protegen, de este frío inclemente y de las odiosas comparaciones, yo no soy un loco cono aquel que vive en la esquina, yo solo soy un alma que el encierro le fascina.

Y abro el cristal para que entre el aire a mi reino, fumo un cigarro pues me agrada su fragancia, el fuego mata la ansiedad que me produce esta ciudad, el humo cubre recuerdos mientras mata mis pulmones, rotos están mis pantalones por las constantes quemaduras, y te miro nuevamente te grito que mi pena fue mas dura. Y así paso los días de cancer, fotografiando el mundo mientras calmo el dolor, llueve nuevamente ya se huele el petricor* los dias pasan junto con el dolor y ya se me fue el color esto no sana, pero nada mas me importa que verte pasar llorando desde mi ventana.

-Petricor: aroma a tierra mojada antes y después de la lluvia.

Versos de noche. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora