La sirena.

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Cabello hasta la cintura, libre y salvaje, perfecta indomable, no le gusta llevar traje, no es como la de las pinturas, es fuego puro, mirada de Diosa, ojos que despiden humo y su aura azul intimidante, candente como los volcanes, como los relámpagos brillante, noches en vela, kilómetros distantes, risas infinitas, amor de adolescentes, amor prohibido, amor de juguete, desvelos hechos cartas untadas en perfume barato, días enteros esperando al cartero, como en otro siglo esperando descifrar su escritura, aquella que solo los seres como ella pueden plasmar, sirena que no tiene cola, sirena de las caracolas, de perfecta caligrafía y hermosas fotografías. 

Ser que no puedo tocar, que solo puedo mirar en una pantalla, ser que nunca pude besar, ni a los ojos pude mirar, por que el miedo le ganó al deseo, los años le ganaron al fuego y lo lograron apagar, preciosa que sabe amar, aunque de forma desmedida y se suele equivocar, que siempre conmigo está, en perfecta ausencia, ausencia que me hace bien, que me quita el miedo a amar, yo se que ahí en el mar donde eres la reina de todos los seres, donde juegas con hipocampos de colores, tu aura azul y candente, siempre está presente en esta vida desgraciada.

Prometo en la otra vida mezclarme entre los dioses, tener ese poder que me permita mirarte, poder sin miedo besarte, disfrutar del mar y tu compañía, jugar con caballitos de mar, tu poder quiero probar, el trueno hacer sonar y el mundo estremecer, que seas la dueña de mi ser y yo no ser nada, sólo reposar en tu vientre cuando la vida me dé una bofetada, mirar hacia arriba y ver tu sonrisa, tu aro en la nariz y tu voz diciéndome que todo va a estar bien, que contigo no me pasará nada.

Pero como todo ser divino reglas debe seguir, sus sueños sola debe perseguir ella no necesita compañía, ni mortales metidos en su vida, ella puede sola, ella es un vendaval, desata la furia del mar con solo sus manos agitar, nada tengo yo que hacer con un ser superior, carezco de poderes mágicos, mas bien soy un hombre trágico al que la vida ha tratado mal, que vive de migajas de amor y lo domina la pena, pero al tocar fondo siempre me encuentro con agua, pura, cristalina y sanadora y sobre su hipocampo sale a mi encuentro la sirena. 

Versos de noche. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora