|| Capítulo 12 ||

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Cicatrices.


Aurora.

—Eres un puto inútil, ni siquiera pudiste cuidar bien de mi hija, imbécil —le dije a Alexey, él se quitó la mascarilla de oxígeno y habló:

—Cuidé de tu hija mejor que tú, así que cállate que no tienes ningún puto derecho de hablar —gruño entre dientes.

—A mí me la escondieron, el bastardo de Evan me dijo que estaba muerta —susurré. Jamás le perdonaría nada a ese jodido imbécil, si estuviese vivo lo mataría con mis propias manos. Malnacido una y mil veces, espero se retuerza en su tumba el hijo de puta.

Cuando supe de Kassia vine enseguida a buscarla, pero había un lobo hambriento a su alrededor, el cual, para variar, había sido creado por el jodido Evan Roger.

Khan era aún peor que él, bien dicen que el alumno supera al maestro, él definitivamente lo logró y aún más. Ahora se atrevía a secuestrar a mi hija y desaparecer como si pudiera hacerlo. No tiene ningún jodido derecho, ya no.

La tuve poco tiempo en mis manos, pero era mía, mi hija.

Alexey había recibido un disparo en la espalda, al parecer no tocó huesos ni órganos importante el disparo, estará solo un mes en silla de ruedas, pero volverá a caminar, y más le vale, porque en este momento lo necesitaba de pie.

—Solo cierra la boca —le dije —. Me la escondiste, ¿con qué derecho? No lo tenías.

—Lárgate y búscala, apenas salga de aquí mataré a ese hijo de puta porque veo que a ti te hacen falta más ovarios para proteger a tu única hija —gruñó.

—Vete al demonio, ruso hijo de puta. Ni siquiera tú la tendrás, ella merece una buena vida, no a dos gorilas peleando como niños —siseé —. Kassia no es un pedazo de carne, es mi hija, una mujer hermosa y de buenos valores, y no voy a dejarlos volver a lastimarla.

Salí de la habitación del hospital y me fui hacia afuera. Dimitri se acercó a mí y me miró de reojo.

—¿Saben algo? —les pregunté.

—Se la llevó del país, está en su territorio y será difícil entrar sin que él no se entere —me informó, apreté los dientes, molesta. No la había encontrado para volver a perderla.

—Entraremos igual, Kassia no puede estar ni un día en sus manos.

Abordé mi BMW y salí del hospital a rápida velocidad. Si debía entrar matando al que sea lo haría, pero iba a oponerme a que ese animal la tocara.

¿En qué demonios pensaba Evan al casarlos? Estaba tan demente el hijo de puta, era un jodido enigma, nunca sabía lo que pasaba por su cabeza. Tenía muchas facetas, y con la de un perfecto caballero me enamoró. Patético, nunca debí caer.

"—¿Tú quieres que lo tenga? —le pregunté, sonrió ampliamente, mirándome con ese par de ojos verdes brillantes.

—Sí, quiero que lo tengas. Es una parte de ambos.

Besó mis labios y lo abracé".

Maldito y mil veces maldito.

Debí haberlo visto, pero ese demonio era perfecto y me engañó de la peor forma. Con su estúpido rostro hermoso y su labia del demonio. Era un político, no podría haber esperado menos, ellos siempre pintan todas las cosas.

Giré el volante, con los dientes apretados. Kassia cargaba mi apariencia física, pero tenía su carácter abrupto y era una luchadora como él. Cuando me enteré de que murió, me jodió, pese a que me había mentido sobre nuestra hija, pero él fue y será el único hombre que amé en toda mi vida.

Dulce Castigo [+21] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora