|| Capítulo 24 ||

1.2K 125 43
                                    


3/3


Verdades pasadas.


Kassia.

Me removí en la extensa cama que tenía Khan, bueno, también era mía ahora. Me enredé en las sábanas, disfrutando del enorme espacio que tenía porque él nunca dormía aquí, de hecho, se la pasaba como vampiro todo el tiempo sin dormir, metiéndose en el despacho hasta el otro día.

La herida del brazo me dio un tirón y abrí los ojos enseguida, miré el techo y me enderecé, rápidamente me cubrí los pechos con las sábanas, miré la hora en el reloj en la mesita de noche, marcaban las 07:15 am.

Puse la cabeza debajo de las almohadas, cansada y adolorida. Khan no conocía la sutileza y el brazo junto con la mano me dolían horrores. Miré de reojo las marcas en mis caderas de sus manos.

Oí la voz de Rebeka abajo y me fui a dar una ducha, salí con un vestido negro, largo, de mangas largas y unas botas. Hoy hacía algo de frío así que tomé una chaqueta.

—¿Qué pasa? —pregunté al ver a Rebeka con su hermano.

—Que tu marido es un completo loco —se rio ella y miré a Khan sentado en uno de los sofás, dirigí mi atención a la tele y vi las noticias, donde aparecía un video del esposo de Lilly, sentado en una silla, limpio y sin un rastro de sangre, confesaba las cosas ilícitas de Lilly y al parecer con pruebas que seguramente Khan se encargó de entregar a la policía —. Se llevaron a Lilly en la mañana, casi y la arrastran fuera de su casa, fue hermoso.

Vaya, les encantaba comenzar la mañana con violencia, aunque no iba a ser hipócrita, también me gustaba comenzar este día con saber que la perra de Lilly ya estaba fuera de nuestros caminos e iba a sufrir lo mismo que yo sufrí ahí dentro.

—Solo hay que esperar a que el bastardo de Elián aparezca —dijo Rebeka y la miré.

—Él no se va a ensuciar las manos con un peón como ella —dijo Khan —. Para él las personas son herramientas, una técnica muy buena y apática que nos enseñó Evan a las malas. Las personas solo sirven para ser usadas.

Apreté los labios y miré hacia la tele.

—Lo conocí en Washington —dije y me miró enseguida con la mandíbula apretada —. El día que me encontraste también me encontró él, me acorraló en el baño y me quiso llevar a las malas, pero no pudo.

—¿Y ahora lo dices? —bufó Khan, dejó su iPad de mala gana sobre el sofá y se puso de pie —. Todo te lo callas, cría.

—¿Te dijo algo? —preguntó Rebeka.

—Solo me amenazó, los golpes que tenía ese día que me encontraste fueron a causa de Elián —le hablé a Khan y apretó los puños —. Dijo que sería la última en morir después de todos los demás. Solo sabe amenazar y joder.

—Ahora al parecer se quiere meter en la APPI —comentó Rebeka —. Según averigué Cora podría ser parte de ello, si se trata de ir en tu contra ella aceptará.

Asentí.

—Sí, todo lo que sea por hundirme de nuevo —respondí.

—¿Por qué te odia tanto? —curioseó, miré de reojo a Khan, quien también esperaba una respuesta.

—Bueno, en parte porque me metí en una misión que ella quería —dije —, y creo que también porque el ex capitán...Dylan, la ignoraba para darme su atención a mí.

—¿Cómo no hacerlo? Eres preciosa, nadie podría no mirarte —sonrió Rebeka y sonreí de lado —. Una hermosura como tú no es para inseguros. ¿Lo entiendes, Wagner?

Dulce Castigo [+21] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora