|| Capítulo 68 ||

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Verdades que ofenden. 


Kassia.




Moví la pajilla dentro de mi limonada mientras tomaba algo del poco sol que queda en la terraza del penthouse, necesitaba pensar y relajarme un poco antes de que la contienda volviera a comenzar. He tenido unos meses de mierda, desde que Rebeka murió no puedo dormir bien ni pensar en nada que no sea ella cayendo al suelo, inerte por mi culpa. Me salvó la maldita vida y nunca le podré agradecer.

Eleonor me trajo otra limonada y me enderecé en la silla, miré mis nudillos vendados, he entrenado duro para poder vencer, sé que podríamos hacerlo, pero la ansiedad de ya tener a Amy delante de mí no me dejaba pensar con claridad. Debí haberle cortado la garganta cuando tuve la oportunidad.

Giré la cabeza a un lado cuando oí unos pasos acercarse a la terraza, ya estaba atardeciendo y yo estaba aquí desde la mañana, sin ganas de ir a la habitación y dormir un poco.

Khan se plantó delante de mí y lo miré.

Vi su labio roto y me puse de pie.

—¿Qué te pasó? —toqué su rostro y apartó mis manos —. ¿Subiste a la jaula?

—No.

—¿Te peleaste de nuevo con Blade?

Chasqueó la lengua, dándome la respuesta a la pregunta. Negué con la cabeza.

—¿Qué te molesta de que Elaine esté embrazada? Dudo que sea el hecho de que Blade será papá antes que tú —dejé el vaso en la mesita a mi lado y me puse una bata.

—No me interesa hablar de eso, Kassia. Blade y su mala influencia se pueden ir bien al demonio —se sentó en una de las sillas playeras y se llevó las manos al rostro, cansado —. Lo que menos necesito es hablar de esos incompetentes en este momento, solo mantén tu distancia de ellos.

—¿Crees que me molesta a mí? Que me lo hayan dicho no afecta en nada más que positivo en mi vida —le dije sinceramente, porque era cierto, me gustaba la idea de saber que seré tía, así podría saber cómo sería algún día como mamá —. Tuve un aborto, es algo que le puede pasar a cualquier mujer. Además, nadie más que yo misma me lo provoqué.

—Miéntete tú y vive en tu miserable mentira de buena samaritana. Me cansa tu bondad del carajo —gruñó, se puso de pie y lo empujé con todas mis fuerzas dentro de la piscina, cayó, pero logró tomarme del brazo y jalarme con él.

—No —chillé cuando me ahogó dentro del agua. No pude tomar el suficiente aire así que comencé a patalear para que me soltara, lo empujé lejos cuando no me soltó y subí a la superficie lo más rápido posible.

Escupí el agua y tomé varias bocanadas de aire para poder respirar bien.

—¿Qué demonios te pasa, imbécil? —tosí y me acerqué a las escaleras, pero no oí movimiento alguno a mi espalda. Giré y no vi a Khan, pataleé cuando apareció debajo de mí y me subió a sus hombros.

—Empiezas y luego no aguantas —bufó, me empujó de nuevo dentro del agua y me sacudí, me elevó a la superficie, apretándome contra su cuerpo, bloqueando mis brazos detrás de mi espalda —. ¿No puedes soltarte? ¿Así piensas ganarles a tus enemigos?

—Idiota —siseé y se rio —. Si no me sueltas te golpearé fuertemente.

—Resistí tres balas y un tanque de guerra, ¿crees que un leve golpe me matará? —hice la cabeza hacia atrás con todas mis fuerzas, sus brazos alrededor de mi cintura se sintieron livianos y le clavé el codo en el torso, giré sobre mi eje y vi su nariz ensangrentada.

Dulce Castigo [+21] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora