|| Capítulo 46 ||

1K 106 9
                                    


“Atentado terrorista” y daño colateral.




Éramos primera plana en noticias de todo el jodido mundo. El ataque a la casa presidencial y los veinte muertos eran tendencia a nivel mundial. Era algo que todo el mundo se llenaba la boca hablando por doquier. El atentado aquí lo relacionaban como terrorista, pero no estaban ni cerca.

Eso era lo que cubría la verdadera razón por la que nos atacaron y murieron nueve diputados y once senadores ante mis ojos. Pude haber sido fácilmente una de esas víctimas, pero Elián se había encargado de advertirme antes porque era su festín, no dejaría que nadie más que él acaba con mi vida.

El piloto del helicóptero sabía muy bien a donde apuntar y disparar.

El velatorio fue horrible, enterrar a veinte de nuestros compañeros no era algo que me gustara de ver, los sollozos desgarradores de sus esposas, madres e hijos fue espantoso. Ese atentado "terrorista" destrozó a veinte familias.

Un daño colateral le dicen.

¿En qué momento llegué a esto? Mi vida dio un giro de ciento ochenta grados desde que mi medio hermano apareció, jurando destruirme cuando ni siquiera sabía de su existencia, pero se ha encargado de joderme y golpearme una y otra vez. Era bueno el maldito. Ni siquiera quería imaginar si algún día caía en sus manos.

Los siguientes días en la casa presidencial fueron caóticos, ni siquiera quería volver a entrar a la cafetería, prefería pasar por un café antes de llegar aquí.

—Kassia, ¿se puede? —Rebeka golpeó la puerta de mi oficina.

—Claro, pasa —le dije y entró.

—Hola, ¿cómo estás? No he podido habar contigo desde lo sucedido, solo quería asegurarme que estuvieras bien, te traje esto —dejó una caja de donar sobre el escritorio y sonreí de lado, sin ánimo, pero agradecida totalmente.

—Gracias, no tenías que molestarte —le dije y sacudió la cabeza —. Estoy bien, o bueno, lo que se puede decir.

—Sé como te sientes, esta vez fue una masacre ante tus ojos —hizo una mueca —. Elián perfecciona sus técnicas cada vez mejor.

—Si, él es...tan igual a mi papá —admití en un susurró, era idéntico y odiaba eso. Me reí y miré hacia el techo, tomando una bocanada de aire —. En él veo lo que en mi padre no vi. La otra cara de la moneda. Lo malo. Que irónico, se me detesta más por parte de mi padre político que por parte de mi madre mafiosa.

—A ti no se te debería crucificar por los pecados de tu padre, Kassia —dijo Rebeka y la miré —. Elián solo te odia porque eres mucho mejor que él. Porque tu papá te amó. Eso no es malo, y Elián siempre deseó eso, pero nunca lo obtuvo. No es tu culpa que otros te odien por como te amaron.

Me quedé muda, porque tenía tanta razón en cada palabra que decía que dolía.

—¿Y porque siento tanta culpa? Cada muerte lo es.

—No la sientas y dejará de hacerlo —dijo, firme —. No le des el gusto de que te vea así. Elián mata por su propio placer y odio, no por tu culpa. No solo te odia a ti, odia al mundo. Va por ti porque lo dejas entrar, mira a Khan, a él ni siquiera se molesta en joderlo, porque no le entran las balas, por eso se dirigió a ti.

Khan, el maldito Khan Wagner era un sádico sin escrúpulos, un asesino sediento de sangre y estaba tranquilo, sin embargo, yo que no era ni la cuarta parte de lo que era él no podía siquiera dormir por las noches porque la culpa y el remordimiento no me dejaban vivir ni respirar.

Dulce Castigo [+21] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora