|| Capítulo 38 ||

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La última en morir.




El champagne se vertió dentro de mi garganta y dejé la copa sobre la mesa, Elaine miró su móvil de reojo, con una mueca.

—¿Todo en orden? —le pregunté.

—Es Blade, siempre queriendo saber en dónde estoy —bufó, ignoró el móvil y los mensajes que le llegaban —. Se ve que viene de familia la maldita toxicidad, porque Lean era igual.

—Si no lo quieres, ¿por qué estás con él?

—Si lo quiero, pero odio que me controlen, me gusta ser un alma libre, lo sabes.

Sonreí de lado.

—Por favor, después de que Blade Pierce apareció en tu vida de nuevo, te derritió en menos de nada —me burlé y se rio, dándole un trago a su bebida.

—Si, puede ser, pero en serio, ser controlada es...horrible —dejó la copa —. Él cree que me iré, pero no es así, este es mi hogar y no voy a dejarlo más, ya he superado un poco la muerte de mi papá, así que puedo tener una vida nueva aquí.

—Ya eres libres de cadenas, Elaine, no dejes que decidan eso —le dije y asintió con una sonrisa en su rostro —. Bueno, yo doy consejos y mi marido es un psicópata controlador.

Ambas reímos.

—¿Sí? No creí que fuera tan...así, pero bueno, nunca se deja de conocer a una persona dicen.

—El año de convivencia que tuvimos que estar sí o sí juntos, no demostró que fuese tan posesivo, pero ahora lo expresa abiertamente —sacudí la cabeza, abrumada —. Mira, su guardaespaldas son sus ojos, no me deja a Liam porque dice que me quiere follar, pero ese robot le dice cada uno de mis pasos, por eso lo manda detrás de mí.

Le echó un vistazo sobre su hombro, Niko empujó sus hombros hacia atrás, aún más serio cuando notó que lo estábamos viendo.

—¿Ya dije que es lindo? Porque lo es —comentó Elaine y me reí.

—No lo digas delante de Blade, Khan no va a deshacerse de su mejor hombre por celos de su mejor amigo —le dije, y ciertamente sé que Niko sabría defenderse de cualquiera ataque, pero no me gustaría que le pasara algo malo por los celos absurdos de Blade, sé que podría ser capaz de todo, esos hombres eran tan inestables que ya no me sorprendía en absoluto como actuaran ante una situación de posesividad.

Pedí otra copa de champagne y revisé mi móvil cuando me sonó.

Desconocido: Hola, hola, hermanita, ¿ya te olvidaste de mí?

Elián.

Un escalofrío me recorrió la espina dorsal y me removí en mi asiento, mirando hacia los lados.

Desconocido: No te preocupes, no estoy cerca de ti.

Mierda.

No de nuevo.

Kassia: Tuviste la oportunidad de matarme en Canadá y no la aprovechaste, no vengas a hacerte el gran amo cuando te tembló la mano, imbécil.

Desconocido: No, no me tembló la mano, pero como siempre dije: tú serás la última en morir.

Kassia: ¿Y me escribiste para...?

Desconocido: Para recordarte cuánto es mi odio por ti, y que siempre estaré en todos lados, aunque tú no me veas. Aquí y allá.

Mi barbilla tembló y me bebí el champagne hasta dejar la copa vacía, pedí más y miré el último mensaje de Elián.

—Kassia, ¿estás bien? —Elaine se preocupó.

Dulce Castigo [+21] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora